Mentiras, desinformación, campañas de desprestigio, memes que parece inofensivos pero que cargan mensajes de burla y ataques claros y concisos, chatbots, deepfakes y las llamadas “bodegas”. Lo que se viene será insoportable. Su Facebook, su Instagram, su TikTok, su Twitter y, sobretodo, su WhatsApp se verán inundados de contenido político de “uno y otro bando”, no compartiendo ideas ni programas de gobierno ni propuestas de lo que necesita el país sino atacando “al otro”.
Es la triste naturaleza de aquello en lo que se ha convertido la política en los últimos años. Una asquerosa copia del modelo norteamericano de poner a los opositores en el ojo del huracán, de hurgar el pasado y de escudriñar fotos y videos y, cuando no se encuentran, de fabricarlas gracias a los avances que la fotografía digital y los deepfakes pueden generar. Lo importante no es el mensaje sino la “viralidad” del mismo. No importa si es real o mentira, lo que importa es inundar los chats y timelines para generar controversia, ira e interacciones.
A partir de hoy y hasta dentro de 3 semanas lo invito a hacer una “dieta de redes sociales”.
Ojo, no es que no las consuma, al fin y al cabo el secreto de una dieta que realmente funciona es el consumo balanceado y consciente; no la prohibición total. Por eso lo invito a que haga lo mismo con sus redes sociales y con sus aplicaciones de mensajería instantánea en estos próximos días: consúmalas con mesura, revise bien el contenido, analice lo que quiere leer, ver, oír y -sobretodo- compartir.
No coma entero, no se deje llevar por el sesgo natural de creer que todo lo que soporta nuestras creencias es real y auténtico y que merece ser compartido. Lea con detenimiento, valide su fuente y su fecha. Revise el track record de quien se lo envía y busque sutilezas como palabras y términos que no son comunes (en estos días, en el chat de la familia, alguien compartió unas recomendaciones de seguridad emitidas luego de una “reunión en el ministerio de defensa”; recomendaciones útiles pero que claramente no eran de aquí ni de ahora. Lo sé porque usaba términos como “gomas” para referirse a las llantas de los carros, una palabra que se usa más en México que en Colombia. Un mensaje importante pero que venía “manchado” de una mentira inicial: su supuesta fuente).
Googlee sobre ese video, ese audio, esa foto que le compartieron antes de seguir con la cadena interminable de spam que tiene a más de uno en sus chats pensando en bloquearlo y salirse para siempre del grupo familiar o de amigos. Valide si es real, si es cierto y si agrega valor a la discusión política, social y familiar de su entorno. No sea el bobo útil de las campañas ni de quienes ven en la división un mecanismo para seguir manejando el mundo sin que nadie se fije en ellos.
Bájele a la confrontación, al tono, a la intensidad. Así sea por las próximas 3 semanas.
Seamos ejemplo de lo que es una democracia. Escuchemos, respetemos, disintamos con argumentos. No discuta con aquel que sabe no cambiará su posición. Y tratemos de mantener un nivel de civilidad que nos permita sobrevivir a la avalancha de mentiras, verdades a medias y piezas de contenido estratégicamente creadas para generar discordia, disparar algoritmos y volverse virales que se avecina.
Sólo así sobreviviremos y podremos continuar funcionando luego de la segunda vuelta. Sólo así podemos asegurar que, quien sea el que eventualmente gane, tendrá un país por el cual trabajar.