Un acuerdo de cooperación científica y tecnológica de décadas de antigüedad entre Estados Unidos y China parece haber expirado, porque su fecha de expiración fue el día 27 de agosto del presente año 2023. Un acuerdo diplomático que expira puede no parecer significativo. Pero a menos que se renueve, el final silencioso de una era cooperativa puede llegar a tener consecuencias para la investigación científica y la innovación tecnológica. ¡Todos los detalles sobre el aparente fin del acuerdo los tenemos aquí en TECHcetera!
Acuerdo entre China y Estados Unidos parece haber expirado
Es importante señalar que el posible lapso se produce después de que el representante estadounidense Mike Gallagher, republicano por Wisconsin, encabezó un grupo del Congreso que advirtió al Departamento de Estado de Estados Unidos en el mes de julio del presente año 2023 que tuviera especial cuidado con la cooperación con China. Según se ha podido conocer, este grupo recomendó dejar que el acuerdo expire sin renovarlo, alegando que China ha obtenido una ventaja militar mediante sus vínculos científicos y tecnológicos con Estados Unidos.
El Departamento de Estado se ha demorado en renovar el acuerdo y sólo solicitó una prórroga en el último momento para aparentemente, “modificar y fortalecer” el acuerdo.
Es vital destacar que Estados Unidos es un colaborador activo de investigación internacional, y desde el año de 2011 China ha sido su principal socio científico, desplazando de esta manera al Reino Unido, que había sido el colaborador más frecuente de Estados Unidos durante décadas. El gasto interno en investigación y desarrollo de China se está acercando a la paridad con el de Estados Unidos. Su producción escolar está aumentando no solo en número sino también en calidad. Según se ha podido conocer mediante estudios recientes, la ciencia china se está volviendo cada vez más creativa y así mismo, abre nuevos caminos.
Pero, si hay algo que acotar es que el acuerdo de ciencia y tecnología de Estados Unidos con China construyó con éxito proyectos de investigación conjuntos y también centros de investigación compartidos entre las dos naciones.
Los científicos estadounidenses regularmente pueden trabajar con homólogos extranjeros sin un acuerdo político. La gran mayoría ni siquiera conoce los acuerdos diplomáticos que se firman mucho después de que los investigadores hayan trabajado juntos. Pero, este no es el caso de China, donde el acuerdo de 1979 se convirtió en un requisito previo y el iniciador de la cooperación.
Una inversión diplomática de 40 años
El acuerdo de ciencia y tecnología entre Estados Unidos y China fue parte de una apertura histórica de las relaciones entre los dos países, luego de décadas de antagonismo y también de distanciamiento. El presidente estadounidense Richard Nixon puso en marcha el proceso de normalización de las relaciones con China a principios de los años 70. Mientras que el presidente Jimmy Carter continuó buscando una mejor relación con China.
Para el momento, China había anunciado reformas, así como también modernizaciones y una apertura global después de un intenso período de aislamiento desde la época de la Revolución Cultural, desde finales de los años 50 hasta principios de los años 70. Por lo que hay que señalar que entre sus “cuatro modernizaciones” se encontraba la ciencia y la tecnología, además de la agricultura, la defensa y también la industria.
Lo cierto es que los diplomáticos estadounidenses y chinos veían la ciencia como una actividad poco conflictiva, comparable al intercambio cultural. Pensaron que comenzar con un acuerdo científico no amenazador podría aplanar el camino para discusiones posteriores sobre temas políticamente más delicados.
Es así como el 28 de julio del año de 1979, Carter y el primer ministro chino Deng Xiaoping firmaron un “acuerdo general” que contenía una declaración general de intención de cooperar en ciencia y tecnología, cuyos detalles concretos se resolverían más adelante.
En los años posteriores, la economía de China floreció, al igual que su producción científica. La colaboración inicial bajo el acuerdo general de 1979 fue primordialmente simbólica y se basó en el intercambio de información, pero las colaboraciones sustanciales progresaron con el tiempo.
Cabe acotar que un logro importante se produjo cuando los dos países publicaron una investigación que demostraba que las madres podían ingerir ácido fólico para poder prevenir defectos congénitos como la espina bífida en los embriones en desarrollo. Por su parte, otras asociaciones exitosas desarrollaron energía renovable, pruebas de diagnóstico rápido para el virus del SARS y así mismo un método impulsado por energía solar para producir combustible de hidrógeno, entre otros.
Muchos de estos proyectos fueron iniciados por estadounidenses de origen chino o ciudadanos chinos que trabajaban en Estados Unidos y cooperaron con investigadores en su país. En los primeros días de la pandemia de COVID-19, estos fuertes vínculos llevaron a una vertiginosa y creciente cooperación entre China y Estados Unidos en respuesta a la crisis.
¿Víctima del éxito?
Algunos políticos creen que este acuerdo bilateral de ciencia y tecnología (negociado en la década de 1970) como la forma de cooperación menos polémica (y renovado muchas veces) ahora puede amenazar el dominio de Estados Unidos en ciencia y tecnología. Conforme aumentan las tensiones políticas y militares, ambos países desconfían de la renovación del acuerdo, incluso cuando China ha firmado acuerdos parecidos con más de 100 naciones.
Estados Unidos cree que domina la ciencia y la tecnología. Pero, todo parece indicar que China ahora es líder mundial en publicaciones de investigación reconocidas como trabajo de alta calidad y produce muchos más ingenieros que Estados Unidos.
Cabe acotar que desde el año de 2018, el número de publicaciones conjuntas ha disminuido. Los investigadores chinos están menos dispuestos a venir a Estados Unidos. Mientras tanto, es cada vez más posible que los investigadores chinos que se encuentran en Estados Unidos regresen a casa llevándose conocimientos valiosos.
Estados Unidos corre el riesgo de verse aislado de los mejores conocimientos técnicos conforme China avanza. Quizás considerar la ciencia como un recurso compartido globalmente podría ayudar a ambas partes a elaborar un acuerdo realmente beneficioso para todos.