Al igual que cualquier líder de opinión mundial, el Papa Benedicto XVI comprende que el ejercicio de su poder debe valerse de todos los medios necesarios para difundir sus ideas y las de su iglesia. Y aunque, por su edad, él no creció con la tecnología ni es totalmente consciente de sus usos y posibilidades, lo cierto es que sí entiende bien por qué sus consejeros del Vaticano le han recomendado estar ahora en las redes sociales.
Además del sitio web del Vaticano, su canal oficial en YouTube, los cientos de estaciones de la Radio Vaticana alrededor del mundo, su periódico impreso oficial y su canal de televisión, sin contar todos los demás cientos de medios extraoficiales que difunden el pensamiento del Papa, el Pontífice de la Iglesia Cristiana se ha unido también a Twitter.
Y es que cuando se habla de difundir las ideas de la religión más grande del mundo, sus líderes no se pueden dar el lujo de desaprovechar las virtudes del medio más poderoso de nuestra época en cuanto a producción de información se refiere. Basta solo considerar que para este momento esta plataforma cuenta con más de 550 millones de usuarios, para entender el porqué de esta decisión estratégica de comunicación.
Desde que se fundó la iglesia cristiana, los papas han sido siempre figuras de poder y autoridad, así como símbolos de santidad para sus seguidores, y desde esa posición han procurado tener el control de los medios de comunicación como herramienta para controlar también el pensamiento de cada época, incluso si ello implica ejercer dominación política, económica, ideológica y cultural. Así como en la Edad Media su poder radicaba en el control que tenían sobre los libros y el conocimiento, y en otras épocas lograron hacerse con importantes posiciones en otros medios e instituciones, en nuestra época recurren a la gigantesca fuerza las redes sociales.
Y aunque hoy, después de siglos de infamias, injusticias y autoridad desmedida, la Iglesia Cristiana ha ofrecido perdón al mundo por tantos errores en su historia y se presume que sus intenciones son mucho más limpias y honestas, es claro que, como cualquier otra organización que pretenda divulgar ideas, su estrategia comunicativa está meticulosamente diseñada por profesionales que saben muy bien cuáles son los medios más eficaces para tal fin.
Ciertamente resulta un poco curioso que a sus 85 años de edad el Papa decida vincularse a Twitter, tal vez porque es el primer pontífice que puede recurrir a las redes sociales para comunicar su pensamiento, o porque no es muy común relacionar a las personas religiosas y de esta edad con la tecnología, pero sería bastante ingenuo creer que esa es una decisión personal que él tomó desde su más profunda reflexión.
El Papa, como líder de una las organizaciones más grandes del planeta, debe seguir el ejemplo de sus antecesores de otras épocas: buscar los medios de comunicación más poderosos y hacerse visible en ellos para evangelizar desde allí.