Uno de las industria que más cambios ha sufrido en los últimos años gracias a la tecnología es la industria del Retail. La posibilidad de comprar en línea, de cotejar precios, de comparar productos ha creado un consumidor más inteligente, más preparado, más incrédulo; un mejor comprador. Y sin embargo, sólo hemos visto la punta del iceberg con respecto a lo que la tecnología puede ofrecerle al segmento de retail como valor agregado para generar clientes más satisfechos, que compren más y más seguido.
Hablando del Internet de las Cosas (o de las “Intranets de la Cosas” si le gusta la visión de Jennifer Healey), estuvimos mirando – en el marco del Research@Intel Day 2013 – un caso de uso en el que son claros los beneficios de un mundo conectado, tanto para el consumidor como para el retailer. El mundo del Shopping 3.0.
Piense que va a ir al supermercado a hacer algunas compras. Su nevera y su alacena pueden preparar parte de la lista de mercado incluyendo aquellos ítems que usted usa frecuentemente y que están bajos en stock o se han agotado. Esa lista estará disponible en su smartphone al momento de llegar al supermercado, en donde será recibido por vallas digitales de publicidad. Vallas que dependiendo de su sexo pueden mostrar diferentes opciones de productos: para una mujer podrá mostrar algo relacionado con productos de belleza, para un hombre algo del departamento de electrónicos, para un niño.. juguetes y si la valla detecta una familia podrá mostrar productos relacionados. Todo esto por medio de un reconocimiento facial simple, en el que sólo se buscan características básicas, sin necesidad de pedir (o tener) acceso a su información personal.
Ahora bien, si usted lo prefiere puede dar acceso a su perfil básico vía su smartphone y una conexión de NFC o bluetooth, por medio de la cual la valla tendrá un poco más de información suya y de sus intereses (y por qué no, de lo que viene a comprar el día de hoy) y podrá mostrarle información más relevante, más acorde a lo que a usted le interesa.
Piense que ahora se acerca a una estantería con varios productos, algunos de los cuales contienen maní (algo a lo que su hijo es alérgico). Como usted ha decidido compartir parte de su información (información segmentada, incluso de forma anónima) localmente con la estantería (no necesita internet, ni información en la nube, ni nada. Todo está almacenado en su smartphone y compartido de forma selectiva vía bluetooth), los marcadores del precio podría cambiar de color, presentar alarmas o advertencias que indiquen que estos productos pueden ser perjudiciales para la salud de su hijo.
En ese mismo anaquel hay un producto que usted tiene en su lista de mercado pero de una marca diferente a la que usted habitualmente compra. El producto, al ver que usted es un cliente potencial y que tiene la necesidad pero que no es su primera opción podría automáticamente cambiar su precio y ofrecerle una promoción u oferta exclusiva, sólo para usted, con el fin de que lo lleve, lo pruebe y por qué no, que se cambie de ahí en adelante.
Con el uso de anaqueles inteligentes, el consumidor ganar (bien sea por un menor precio o por la advertencia de un producto que no debe comprar por sus condiciones específicas) y gana el comercio (vía la presentación de ofertas personalizadas que permitan más ventas y una mayor rotación del inventario), generando un ciclo virtuoso de mejor información, mejores herramientas para toma de decisiones de compra y un mejor uso de los recursos físicos del almacén.
Claro, podemos hablar del tema de la privacidad pero eso vendrá en un post posterior al que le estoy trabajando.
Por ahora, quédense con la idea de lo que puede ofrecer la tecnología en este caso de uso y sepan que muchas de las tecnologías necesarias para que esto pueda ocurrir ya existen y en algunos lugares ya estamos viendo su implementación.