La Revolución Tecnológica ha llegado más rápido y más lejos de lo que muchos esperaban. En menos de 2 décadas, la tecnología ha transformado tantas industrias, tantos procesos, tantos aspectos de nuestra sociedad que muchas de ellas aún no han logrado adaptarse a la nueva realidad. Así como durante el siglo pasado la humanidad luchó contra el analfabetismo, en el Siglo XXI tendremos que luchas en contra del Analfabetismo Tecnológico si queremos permitir que el mundo cambie.
El Analfabetismo Tecnológico está en todas partes y generar barreras que nos impiden avanzar a la velocidad que avanza nuestra tecnología. He aquí algunos ejemplos:
– Mientras que en países desarrollados vemos un foco en industrias claramente futuristas – piense en la nano-medicina, en el Turismo Espacial o en la explotación de minerales provenientes de asteroides cercanos a la Tierra – en América Latina seguimos enfocados en crear gente que pueda ser buen administrador o buen abogado. Los profesores, los programas educativos de nuestra región son claramente analfabetas tecnológicos y por ende ni ven ni entienden hacia donde va el futuro
– Nuestros políticos siguen lidiando con problemas tan básicos como la producción de vegetales y frutas de la misma manera que lo hicieron quienes los precedieron hace 100 años. Las soluciones planteadas en la mesa, más allá de utilizar la tecnología para mejorar la productividad del campo siguen estando enfocadas en otorgar subsidios para que las familias campesinas puedan subsistir. Donde está la incorporación tecnológica a nuestro agro? En ningún lado
– Nuestro sistema educativo es el mismo que teníamos a comienzos del Siglo XX. Seguimos enseñando de la misma manera, seguimos midiendo con la misma vara y seguimos creyendo que incorporar tecnología en el proceso educativo es utilizar un video beam, un computador o una tableta como reemplazo de un elemento anterior (en este caso un tablero o un libro) sin que haya de verdad un aprovechamiento de la tecnología para mejorar el proceso educativo, la capacidad de aprendizaje y al formación de habilidades del Siglo XXI para nuestros niños. En la mayoría de los casos, el analfabetismo tecnológico de los profesores les impide utilizar e incorporar elementos tecnológicos (no sólo hardware) en sus materias perpetuando el Status Quo del modelo educativo y permitiendo que la brecha digital se siga abriendo cada día más.
– En pocos sitios es tan grande el analfabetismo digital como en las Cortes Judiciales. Y no sólo en América Latina. El Caso de los Canales de TV tradicionales de Estados Unidos vs Aereo ha puesto al descubierto que quienes toman las decisiones que afectan el futuro de las diferentes industrias son tan anticuados que sencillamente no pueden entender los pormenores de los casos que evalúan. El caso es tan aberrante que se ha conocido que los magistrados de la Corte Suprema Estadounidense – quienes llevan el caso – si acaso entienden lo que es el email pero no lo utilizan. Cómo puede un grupo de personas que no entiende el cómo, el por qué, el cuándo, el dónde, el impacto, los riesgos y las oportunidades que puede generar una nueva tecnología decidir coherentemente sobre un tema?
– En las pequeñas y mediana empresas de nuestra región en la que los dueños, presidentes y gerentes aún ven la tecnología como un gasto y no como una inversión, en la que no se entrena a los empleados en nuevas habilidades y en las que tener al menos una presencia en línea es aún una utopía (en estos días vi un estudio del MinTic en el que decía que el 33% de las Pymes en Colombia ni siquiera tiene una conexión a internet). Estas son las compañías que se enfrentarán con la competencia de USA, de China, de Corea y de los otros países con los que están firmando tratados de libre comercio. Compañías que tienen mejores procesos productivos, más tecnificados, con clientes a nivel global, etc.
– Nuestros políticos no saben nada de tecnología. Para ellos el internet, las redes sociales y demás son iguales que la televisión y la radio: un medio de una sóla vía por la que pueden contar sus propuestas, por las que pueden despachar virtualmente, por las que pueden agredir a sus contrincantes, por las que pueden despedir empleados, pero no un medio para generar conversación, escuchar las propuestas y preocupaciones de sus constituyentes y por medio de las cuales puedan generar una real comunidad. Son ellos además, quienes quieren coartar el crecimiento del internet, quienes controlar lo que se dice y se hace en línea, quienes aún obligan a los pasajeros a apagar sus celulares durante el despegue y aterrizaje de los aviones, y quienes crean nuevas leyes que poco tienen que ver con el dinamismo propio de la revolución tecnológica en la que vivimos.
– Nuestros organismos de control no entienden el poder que le están dando a los operadores celulares, no controlan los niveles de servicio ofrecidos, no les importa el costo de los servicios de datos, roaming y demás y creen que todo se soluciona obligando a los operadores a enviar 2 mensajes de texto y poniendo multas. Son ellos, los comisionados y los encargados en los ministerios de tecnología, información y comunicaciones en asegurar que no pensamos en los próximos 2 o 4 años sino en los próximos 10 o 15 años. Gracias a sus demoras, a sus dudas, a su analfabetismo, América Latina es una de las regiones del mundo con menos penetración tecnológica. El 4G puede ser muy sexy pero mientras que en el 70% del país la conectividad de 3G siga siendo un milagro, poco podremos avanzar.
– Los padres de familia, cuyos hijos ven contenido no apropiado por el desconocimiento de las herramientas y mecanismos existentes para controlar adecuadamente el acceso de pequeños al internet y para generar un educación adecuada con respecto al a ciudadanía digital, son una bomba de tiempo. Al enfrentar a sus hijos a los peligros que hay en línea (el porno es el menor de los problemas) estamos permitiendo el desarrollo de una generación cuyos valores están truncados, cuya capacidad de atención está disminuida, cuyos riesgos de encontrarse con depredadores sexuales es 40% más alto que en las generaciones pasadas, quienes enfrentan el bullying no sólo en los salones de clase sino en todo momento a través de redes sociales, entre otros. Son padres de familia que o no hacen nada o se van al otro extremo y cierra la puerta por completo prohibiendo el uso de dispositivos en el hogar, como quien enreja la piscina de la casa pero nunca le enseña a nadar al niño. Ese niño se meterá en la piscina de un amigo, del colegio, de otro sitio y al no saber nadará seguro se ahogará.
El analfabetismo tecnológico es uno de los mayores riesgos que vive nuestra sociedad actual porque es gracias a la ignorancia de quienes controlan nuestros estamentos sociales – educación, gobierno, familia, justicia y demás – que nuestros pueblos, nuestros niños, nuestros procesos productivos, comenzarán a rezagarse de países desarrollados, abriendo la brecha entre los ricos y los pobres.