Una de las grandes ventajas de tener un blog es tener la posibilidad de no ser políticamente correcto de vez en cuando. Así que déjeme ponerlo claro y sin rodeos. Si estoy concentrado en mi smartphone mientras ud. me conversa, es porque su conversación es menos interesante que lo que está sucediendo en mis timelines de Twitter y Facebook.
La probabilidad de que esto suceda es muy alta. Hay millones de personas produciendo información y mi smartphone me permite acceder a ella en tiempo real. Y de paso, desde sus escritorios en Silicon Valley, unos científicos inteligentísimos de la India están optimizando el flujo de información de mis timelines con unos algoritmos complejísimos que son capaces de identificar en milisegundos si un dato informativo es de mi interés o no.
No me como el cuento de que sea un problema de mala educación. Se que nuestros papas y abuelitos nos regañaron en su momento por no poner atención a lo que decían. Ahora haga este experimento. Una de estas tardes o noches, desprevenidamente, inicie una conversación que interrumpa “El precio es correcto” o la telenovela que esté viendo alguno de sus abuelitos. Ahí verá con plena claridad en que quedó ese discurso educativo que nos impartieron.
Su conversación requiere calidad. La competencia es dura. Mientras ud. me cuenta acerca de las pilatunas de sus sobrinos, yo puedo ver, abriendo Facebook en mi smartphone, las fotografías y vídeos de esos mocosos en vivo y en directo. Mientras ud. comenta sobre las grandes jugadas de James en el Real Madrid, yo ya estoy viendo sus goles, entrenamientos y mejores jugadas en Youtube. Si ud. se acaba de enterar de alguna noticia o chisme, le cuento que yo ya la tenia detectada como trending topic en Twitter.
No quiero decir con esto que no disfrute su compañía o tomarme un café con usted. Estoy seguro que encontraremos una conversación que me haga sobrellevar la urgencia de leer mis timelines y poner el smartphone sobre la mesa, en modo “no molestar”. Prometo que si es interesante, voy a escuchar con toda la atención su conversación. Pero si llegamos a ese punto en donde ambos nos quedamos callados y alguno dice “pues si, que así es la cosa”, de inmediato tomaré mi dispositivo y volveré a leer mis timelines.
Me opongo rotundamente a ese movimiento cuasi fascista que está en contra de quienes miramos nuestros timelines en lugares públicos. Nada mas sabroso que el sonido del silencio, saboreando un café, y levantar la cabeza, sonreirle a mi compañero de mesa, y acto seguido regresar a mis timelines. Repetir dos o tres veces esa rutina, lleva a algunas de las mejores conversaciones que he tenido en mi vida. Los timelines son las mejores fuentes de inspiración. ¿No ve que esos científicos de la India ya saben de que deberíamos estar hablando?