Como ya hemos dicho en varias ocasiones anteriormente, el ecosistema de aplicaciones es hoy una parte integral de cualquier dispositivo. Para todos los efectos únicamente hay 2 plataformas móviles que tienen un ecosistema sostenible: iOS y Android.
La gran mayoría de las aplicaciones han sido históricamente un medio de interacción entre usuario y dispositivo. Aprovechando la interfaz de los dispositivos, los desarrolladores han ofrecido miles (o mejor millones) de casos de uso a los usuarios. Una vasta mayoría de estas aplicaciones requieren de una interacción activa por parte del usuario. Ilustremos con un ejemplo cotidiano: La aplicación de Facebook sería prácticamente inútil si el usuario no la abre, la mira, o ingresa información en ella.
Pero en los últimos años, y especialmente con el advenimiento de el ”internet de las cosas” y los “dispositivos vestibles”, empieza a abrirse paso en los almacenes de aplicaciones una nueva categoría de aplicaciones. Se trata de aplicaciones que están instaladas en su dispositivo, que cumplen una función específica, pero que muy rara vez interactúan directamente con el usuario. A estas aplicaciones se les ha dado el nombre de ”aplicaciones fantasma” o “ghost applications”.
La gran mayoría de las aplicaciones que caen en esta categoría son aquellas que se usan para administrar o configurar dispositivos vestibles. Pero claramente no son las únicas y posiblemente son las menos importantes de todas. La inversión de capital de riesgo, usualmente un buen predictor del futuro, se empieza a alinear alrededor de aplicaciones de automatización como IFTTT (If This Then That). IFTTT aprovecha las interfaces de algunas de las aplicaciones mas populares para ejecutar acciones del tipo *”si sucede esto, hago esto otro”. Por ejemplo: Si, en Facebook, alguien postea una foto en donde he sido marcado, IFTTT automáticamente guarda una copia de esa fotografía en un folder de Dropbox.
El monitoreo no es exclusivo de aplicaciones. También funciona con dispositivos. Así, por ejemplo, es posible encender las luces de la casa, cuando su smartphone es detectado por un sensor en la puerta. La capacidad de automatización, desde luego, está limitada por la presencia de sensores y la accesibilidad de las interfaces de los dispositivos. En este momento es claro que la plataforma de mayor apertura es Android. Pero no por eso podemos decir que Apple se ha quedado atrás. HomeKit es un ejercicio mucho mas juicioso y seguro de automatización que lo que ofrece Android actualmente.
El potencial de este tipo de aplicaciones es enorme. En menos tiempo del que creemos, prácticamente todos los dispositivos o aparatos ofrecerán una interface y podrán ser controlados automáticamente. Algunos de los casos de uso todavía son triviales. De ahí que algunas personas desestimen el potencial llevando los casos de uso al absurdo: ¿Para qué queremos que el carro se conecte a internet? Pero aplicaciones como Automatic, que justamente conectan el carro a su vida digital, ya están salvando vidas. Automatic, entre otras muchas utilidades, envía automaticamente un mensaje, con su localización, a los paramédicos cuando su carro sufre un accidente.
Otras aplicaciones que he visto, monitorean sus maletas durante un viaje y notifican a las aerolineas en caso de que se separen demasiado de ud. Se esconden en lugares no triviales de su bicicleta y la bloquean en caso de robo. Le recuerdan llevar el cargador del celular si la duración de la batería al salir de casa es limitado. Apagan la plancha del pelo que su esposa dejó encendida en el baño, cuando salió de casa. Mantienen la temperatura de su hogar y ahorran energía. Ejecutan acciones en su casa como encender luces o cerrar cortinas con solo decir Alexa y hacer la solicitud. En mi caso particular, me mantienen al día una lista de lecturas para no perderse. En fin, la conveniencia ofrecida por las “aplicaciones fantasma” puede llegar a ser infinita.