De un momento a otro el foco del mundo tecnológico cambió de las tecnologías móviles hacia la ”inteligencia artificial”. No es un movimiento sorpresivo, pues ambas tecnologías están interrelacionadas. ¿De que se trata exactamente la inteligencia artificial?
Es un concepto difícil de explicar. No hay una definición precisa. Pero les puedo dar mi interpretación personal. La inteligencia artificial se refiere a aquellos servicios que, apoyados en la tecnología, aprenden de nuestro comportamiento para así adelantarse a nuestras necesidades dentro del contexto apropiado.
Si compra pan todas las mañanas, hay una probabilidad alta de que compre pan mañana en la mañana!
Gracias a tecnologías como el big data, algunas empresas han acumulado información suficiente como para poder “predecir” nuestra próxima decisión. No hablamos de magia ni de gurus, sino de correlaciones estadísticas entre variables que terminan siendo validadas por nuestro comportamiento.
Si compra pan francés todos los lunes en la panadería de la esquina. ¿Qué cree que le van a ofrecer el proximo lunes cuando vaya a esa panadería?
El secreto, no obstante, está sustentado por el medio de captura de esa información. Los consumidores le hacemos mas fácil la situación a las empresas. De los medios de pago electrónico es fácil deducir nuestros patrones de compra. De las búsquedas en Google es viable deducir los intereses de una persona. De sus likes (y los de sus amigos) en Facebook es posible inferir intereses. De sus compras pasadas es posible predecir sus compras futuras. Si se conecta a la red wi-fi, sabrán cual es su celular.
Si entra a la panadería con su móvil, y luego paga con su móvil. ¡En la panadería lo van a reconocer por su móvil!
La importancia de este contexto para las empresas no es para nada despreciable. El conocimiento del cliente, bien implementado significa necesariamente mejoras sustanciales en términos de servicio al cliente. La diferenciación frente a la competencia que crea el adelantarse a su necesidad, implica recibir un precio mas justo por su oferta de valor.
Pero no solo es eso. Entendiendo al cliente, es posible generar propuestas de valor novedosas. Hemos oído hasta la saciedad acerca de la compañía de taxis que no tiene ningún carro (Uber) y de la empresa de hotelería que no es dueña de un solo cuarto (Airbnb). ¿Que tal un banco que no presta dinero? ¿Un restaurante que no prepara comida? Todo es posible intermediando el conocimiento del cliente. Por eso la gran apuesta que hacen todos los fabricantes. Quien domine el punto de captura, va a participar en todos los grandes negocios del futuro.
Como he dicho en el pasado, los usuarios vamos a tener que estar dispuestos a entregar nuestra privacidad a cambio de la conveniencia que ofrecen estas nuevas tecnologías. Mientras tanto no se sorprenda si en la panadería de la esquina le ofrecen una la milhoja que se le antoja antes de que la pida!