Hablaba Andres en estos días sobre los Hipopotámos, los animales más peligrosos de la Transformación Digital refiriéndose a cómo una de las principales trampas de un proceso como este radica en usar visiones que nada tiene que ver con el proceso real del negocio y con las expectativas reales de los clientes. Visiones desconectadas de la realidad. Visiones de “escritorio”.
Me hizo acordar de algo que he venido hablando con mis clientes todo el año: es imposible trazar una ruta de hacia dónde quiero ir si no tengo claro donde estoy hoy.
Es decir, si no sé – y OJO “saber” y “creer” son dos cosas bien diferentes – y no entiendo quién soy, cuál es mi propuesta de valor, cómo es mi cultura organizacional y con qué gente cuento. Si no sé quiénes son mis clientes, dónde están (física y digitalmente), cuáles son sus expectativas y qué esperan de mí. Y si no entiendo mi mercado. Si no sé quién es mi competencia, no sólo los “de siempre” – los incumbentes – sino los que están entrando a generar disrupción en mi industria y cuáles son esas tecnologías disruptivas que harán posible ese cambio.
Si no tengo claro el punto de partida es imposible trazar un camino para llegar a la meta
Iniciativas de Transformación Digital hay muchas, pero de acuerdo a un estudio de Fujitsu 3 de cada 4 son iniciativas puntuales, no asociados a una Estrategia Digital real de sus compañías.
Si no entiendo a mis clientes actuales me es imposible crear una estrategia que los retenga, que los lleve a estar conectados y que los impulse a comprarme más y más seguido. Si no entiendo qué esperan me es imposible crear un modelo de atención que de verdad les sea atractivo y que genere valor a nuestras interacciones. Si no entiendo con qué gente cuento es posible que al trazar el camino tenga que despedirlos a todos pues no tienen las capacidades y conocimientos necesarios para evolucionar hacia el nuevo modelo.
He visto decenas de modelos, de frameworks y de metodologías asociadas a la Transformación Digital. Pero no he visto uno que parta de entender el “donde estoy hoy” y creo que es un error craso. Por eso siempre propongo ese ejercicio. Porque sin un punto de partida claro, las posibilidades de escoger el camino correcto a la meta son mucho menores