La histórica coyuntura que hoy vivimos a nivel global por cuenta del COVID-19, este trastocado escenario de cambios y de incertidumbres, es algo que muy pocos habían visto venir y, que día tras día, parece como una especie de ficción a la que no terminamos de acostumbrarnos. No obstante, al tiempo que representa un enorme desafío a las ilusiones de seguridad con las que solemos llevar la vida, también viene a ser el espacio para revalorar lo que comúnmente damos por sentado, reflexionar sobre la forma de relacionarnos y re considerar nuestra manera de habitar el mundo.
Como en otros momentos de la historia, el inevitable escenario de crisis nos está obligando a repensarnos, a cuestionarnos, a replantear el carácter de nuestras actividades y a idear soluciones creativas para los nuevos desafíos que enfrentamos como sociedad y como civilización.
Aparte de todos los cambios en la vida cotidiana que experimentamos por el confinamiento en casa y el inusitado panorama de un mundo detenido, hoy más que nunca estamos reconociendo la conveniencia de vivir en un planeta híper-conectado y poder apelar a las herramientas tecnológicas para trabajar, estudiar, expresarnos, hacer negocios, mantener el sistema económico en marcha, comunicarnos y permanecer en contacto con otras personas.
Desde reuniones de trabajo, hasta ceremonias religiosas, incluyendo eventos culturales y sociales, compromisos académicos, agendas políticas y tareas administrativas; el mundo hoy está haciendo uso de la tecnología para que la vida moderna no se detenga por completo. Los recursos tecnológicos que hasta hace unas semanas eran una alternativa para el desarrollo de ciertas actividades hoy se han convertido en el eje sobre el cual el mundo y la economía siguen girando.
En este panorama de grandes retos, al tiempo que muchos sectores económicos enfrentan el riesgo de irse a pique ante la eventual extensión de la emergencia mundial, en otros campos parecen multiplicarse las oportunidades de negocio y muchas empresas se están viendo forzadas a migrar hacia modelos virtuales y poner en marcha la transformación digital que se ha retrasado por la inercia que las mantiene en los modelos tradicionales.
En este evento sin precedentes que está cambiando para siempre la historia de la humanidad nos vemos ante la doble misión de:
En estos tiempos en que gran parte de la actividad humana se ha detenido por causa del COVID-19, las Tecnologías de Información y Comunicación aparecen como el eje sobre el cual la vida, las interacciones y la economía siguen girando, a pesar del escenario de crisis convertirnos definitivamente en ciudadanos digitales y ser habitantes más conscientes de un planeta del cual hemos abusado sistemáticamente en la frenética carrera del progreso.
Esta nueva ciudadanía nos impone a la vez garantizar que la vida no se detenga y hacer uso de los recursos con una consciencia más elevada para que no solo los negocios, sino también el bienestar general, aumenten y se mantengan. Se trata de recurrir ingeniosamente a las ilimitadas herramientas tecnológicas con una visión de emprendimiento económico, pero también con una perspectiva más cooperativa y orientada por el bien común.
Después de que los filósofos posmodernistas plantearon la muerte de los grandes paradigmas (Cristianismo, humanismo, comunismo, etc) que teóricamente conducirían a la humanidad a escenarios de justicia, igualdad, progreso y evolución, el desencanto propio de los tiempos contemporáneos ha venido a ser mitigado por la promesa de que las tecnologías de información y comunicación constituyen el nuevo paradigma sobre el cual la sociedad humana podrá avanzar hacia espacios democráticos en los que todos podremos ser protagonistas y artífices del progreso.
Y aunque esto suena promesa mesiánica sobre la que hay que tener reservas y cuya realización sólo el tiempo nos demostrará, es curioso ver que ante la coyuntura de la pandemia y la pausa global a la que ésta nos ha conducido, son las herramientas tecnológicas las que han garantizado, más que nada, que la actividad humana siga su curso y permanezcamos conectados para informarnos, cooperar unos con otros, reinventarnos y conservar el contacto que por ahora no nos es posible tener en el mundo físico.