Por décadas nos hemos acostumbrado a las carpetas, a los documentos y a los diferentes tipos de archivos.
Hojas de cálculo, archivos de procesamiento de texto, presentaciones, correo electrónicos y, últimamente, archivos multimedia, conviven en carpetas asociadas a un mismo cliente, a un proyecto, a un área o tarea específica. Pero cada uno de ello es un pequeño universo.
Y, sin embargo, ahora que vivimos en ambientes cada vez más colaborativos, más dinámicos, en los que diferentes componentes de estos documentos fluyen de un tipo de archivo a otro, en los que más de una persona trabaja al tiempo en esos “componentes” y en los que a pesar de la velocidad de cambio de la información, dicha información no se actualiza automáticamente en todos los documentos en que ha sido incluida.
Por eso debo confesar que de todos los anuncios realizados por Microsoft en el Build 2020 que se realizó esta semana, el que más me ha llamado la atención es el anuncio de lo que ha llamado Fluid Framework.
Con Fluid Framework, Microsoft está tratando de de-construir ese concepto de “documento” que manejamos y pasar de un “archivo” a decenas de componentes. Como piezas de Lego. Piezas que son reutilizables, actualizables y que a pesar de vivir en una carpeta compartida (ojalá en OneDrive o un Sharepoint Server, diría Microsoft), están presentes en diferentes documentos a la vez.
Si un usuario que tiene permiso de edición, altera uno de esos bloques en cualquier documento donde ha sido insertado, este se cambiará en todos los documentos o archivos donde ha sido insertado.
Fluid Framework es la apuesta más grande colaboración que ha hecho Microsoft en los últimos años y busca contrarrestar el impacto que ha tenido el uso de herramientas como Google Docs y Google Sheets en el ambiente empresarial y en las ventas de Office.
Microsoft ha anunciado que la funcionalidad estará disponible para los usuarios de Office 365 y Outlook for Web comenzando con aquellos usuarios que tienen suscripciones corporativas de estas soluciones.
Pero además, la compañía ha decidido que la tecnología, las librerías y los componentes que hacen posible que el framework sea realmente fluido será de tipo Open Source para que todos los desarrolladores del mundo puedan construir aplicaciones basadas en el protocolo. Y así Microsoft no sólo acepta que estaban equivocados con relación al software libre sino que le apuesta en forma al mismo.
Algunos dirán que se parece a algunas de las funcionalidades que ofrece Google en su suite de ofimática o colaboración pero, la verdad, es mucho más profundo que eso. Es mucho más poderoso que eso. Ahora lo importante es que los usuarios lo adopten y lo usen.