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Los perdedores (tech) del 2020

Estos son los grandes perdedores del 2020

Así como ayer publiqué mi lista de los grandes ganadores del año en el mundo tecnológico, ahora es momento de darle una mirada al Top 5 de quienes perdieron durante este 2020.

A quienes no pudieron responder a las demandas de un entorno cambiante, a un nuevo normal, a una realidad más digital. A quienes terminan el 2020 peor de lo que lo empezaron.

5 – Intel

El otrora líder del mercado de computación tuvo un 2020 nefasto. Otro en una lista de años para olvidar.

Volvió a incumplir el lanzamiento de sus procesadores de arquitectura basada en 7 nanómetros y ha postergado su llegada para el 2022, año para el cual muchos de sus competidores ya estarán en 5nm.

Siguió cediendo terreno ante compañías como ARM en mercados y segmentos claves -como el de los dispositivos móviles y el internet de las cosas.

Intel es de las pocas compañías del sector tecnológico cuyas acciones no sólo no crecieron aceleradamente durante el año sino que termina con una caída en su capitalización bursátil de 45% con respecto a su pico en Enero 24 de 2020.

Y termina el año humillado por un nuevo competidor en su mercado principal: el de los PCs. Digo humillado porque el hecho de que el M1, la primera iteración de procesadores para computador de Apple, ofrezca el triple de performance por watt debe ser humillante.

4 – La Educación 

La educación no estaba preparada para la pandemia. Sí, hay grandes ejemplos de educación virtual que sirven, y sirvieron mucho, durante los 6 meses de encierro. Sólo hay que mirar lo hecho por Platzi para entender el poder que una plataforma de educación virtual bien montada puede ofrecer para todo aquel que quiere estudiar, aprender y complementar su conocimiento.

Sí, hubo colegios y universidades que lograron pivotear de una manera rápida y estructurada a un modelo de educación virtual que luego se complementó con un modelo híbrido que ofrece la oportunidad a los estudiantes de no estancarse, de no quedarse atrás, de seguir estudiando, aprendiendo y hasta socializando gracias al uso de la tecnología. Es más, hay casos en los que vemos estudiantes a los que les fue mejor este año, en el modelo virtual, que en años anteriores bajo un modelo tradicional.

Pero en nuestra región esa realidad es la de menos del 10% de los niños y jóvenes. Bien sea porque:

  1. No existe la infraestructura, o sea el acceso a internet, para conectarse,
  2. No se tienen los dispositivos (en muchas casas vimos 2 y 3 niños compartiendo un mismo computador o hasta teléfono) para tomar clase,
  3. No hubo la posibilidad de acompañamiento de parte de un tutor (un padre, una madre, un adulto) que pudiera ayudar con las dudas,
  4. O los profesores no estaban preparados, no entendieron que el mundo virtual requiere de interacciones diferentes o, sencillamente, no quisieron adaptarse (sí, FECODE de pacotilla, te hablo a tí).

Sea cual sea la razón, es claro que el modelo educativo vivió una de sus épocas más oscuras.

Una época en la que la brecha entre ricos y pobres, entre los que pudieron seguir estudiando y los que no, se amplió. Una época en que millones de niños estuvieron pegados a una pantalla, no para estudiar ni aprender sino viendo videos de YouTube y TikTok.

 

3 – Los Retailers Tradicionales 

No fue una, ni dos. Fueron tres las oportunidades que tuvieron los retailers tradicionales para hacer lo que todos sabemos que funciona: vender en línea. Pero no pudieron.

El status quo pudo más que la necesidad de innovar. La Transformación Digital fracasó por cuenta del peso de la tecnología ya existente, de la burocracia, de la integración de los modernos front-end con unos sistema de facturación legados que no estaban preparados para escalar, que no ofrecían -o mejor, ofrecen porque siguen en uso- agilidad y elasticidad para atender la demanda en los momentos pico. Y aparecieron las “filas virtuales”, la demostración más grosera del subdesarrollo tecnológico.

Pero no paró ahí. Quienes tuvieron la suerte de poder comprar en los diferentes días sin IVA, o en algún momento de la pandemia, se llevaron la triste sorpresa de ver cómo las grandes superficies són solo eso: superficies. Y que por fuera de las tiendas la experiencia que ofrecen es nefasta.

Pedidos errados, productos dañados y tiempos de entrega que se aplazaron una y otra vez llevaron a los usuarios al borde de la locura. Y si eso fue para entregar el producto, el tortuoso camino de quienes osaron intentar devolver el producto dañado o pedir el reembolso del dinero colapsó incluso los canales de atención de la Superintendencia de Industria y Comercio y las redes sociales de cuanta entidad pudiera terciar entre en cliente insatisfecho y la burocracia de las grandes cadenas de almacenes que mostraron no entender que el negocio del comercio electrónico está, en realidad, en la última milla y en el proceso post-venta.

 

2 – Quibi

Quibi es, posiblemente, el startup con la dupla de cofundadores más viejos de la historia: Jeffrey Katzenberg  tiene 70 años y Meg Whitman, de 64 años. 2 titanes de las industrias del entretenimiento y el mundo tecnológico: Katzenberg fue chairman de Disney y Whitman fue CEO de HP.

La compañía consiguió más de $1.000 millones de dólares en fondeo de compañías como The Walt Disney Company, 21st Century Fox, NBCUniversal, Sony Pictures, Time Warner, Viacom, Lionsgate, MGM, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, BBC y Alibaba para lanzar lo que en su momento se describió como un “servicio de televisión para la Generación Z”.

Quibi, nombre corto para Quick Bites, fue un servicio de streaming de episodios cortos (7 – 10 minutos) producidos con la más alta calidad cinematográfica.

Fue lanzado en Abril de 2020, luego de haber vendido toda su parrilla de publicidad para el año y en las primera semanas llegó a casi 3 millones de descargas en el Apple Store y en Google Play (en iOS, por ejemplo, llegó a ser #3 el día de su lanzamiento).

Pero la dicha duró menos de un mes. Las descargas se desplomaron rápidamente y menos de una décima parte de quienes utilizaros los 90 días de servicio gratuito mantuvieron su suscripción cuando llegó el momento de pagar.

6 meses después de lanzado, Quibi pasó al olvido.

 

1 – La Verdad 

Pero si el 2020 nos deja un claro perdedor, es la verdad.

Una verdad que ha dejado de existir. Una verdad cuyo alcance es una fracción del que tienen las mentiras. Una verdad que ahora compite, de tú a tú, con las mentiras, con la ignorancia y con las “verdades alternativas”.

Una verdad que ahora debe luchar contra las “creencias” de diferentes grupos de personas que, engañadas o conscientes, han decidido aceptar el engaño y la mentira como la verdad. Los terraplanistas, los antivacunas, los que creen que hubo fraude en las elecciones de Estados Unidos y que creen que fue Trump quien arrasó en las urnas. Los que siguen pensando que el coronavirus es puro cuento y los que tomaron blanqueador para curarse.

Si el 2020 le deja un daño real a nuestra sociedad es la destrucción de la verdad, de la creencia en la ciencia, de los hechos y la investigación.

En su reemplazo, las teorías conspirativas, las creencias alternativas y, digámoslo como es, la imbecilidad han tomado un rol protagónico promovidos por el poder de las redes sociales y en especial de Facebook.

De la era de la información pasamos a la era de la desinformación. De la esperanza de un mundo mejor cuando todos tuvieran acceso a la información pasamos a la desilusión de un mundo en el que los imbéciles tienen el mismo potencial de llevar sus ideas que los científicos, que los medios que hacen un trabajo de investigación riguroso o que la academia.

Pueda ser que el COVID nos haya generado grandes perdidas en el 2020. Pero a partir de hoy y hacia el futuro, la destrucción de la verdad tendrá efectos muchos más nocivos que el virus.

 

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