Nos acercamos al tercer aniversario desde que Patrick Gelsinger asumiera las riendas de Intel e iniciara su plan de restructuración para salvar la que fuera la responsable, en gran medida, de la 3ra Revolución Industrial y de que Silicon Valley tenga en su nombre la palabra “silicon”. Es un plan ambicioso que busca que la compañía recupere su liderazgo tecnológico en un mercado en el que cedió esa posición a compañías como TSMC, Samsung y otros que hoy por hoy están 3 y hasta 4 generaciones adelante, tecnológicamente hablando.
El jueves de la semana pasada, luego de Microsoft, Alphabet y hasta Meta anunciaran resultados financieros positivos para el primer trimestre del año, Intel reportó la mayor pérdida en su historia, con una caída de 133% en las ganancias por acción.
Las ventas, por su parte, cayeron 36% y se situaron en $11.700 millones de dólares, siendo este el quinto trimestre consecutivo en que estas caen, en buena parte por la dependencia de la compañía en el mercado de PCs que sigue contrayéndose y en el de servidores, cuya división reportó una caída de 39%.
La situación se complica aún más cuando, luego de haber perdido a Apple como cliente, se conoce que Microsoft está también trabajando en chips ARM para sus dispositivos y para asegurar que sus aplicaciones y programas son compatibles con dicha tecnología.