Me encanta oír a la gente hablar de Android. Me encanta cuando hablan de su adopción, de cómo se está tomando el mercado, de lo personalizable que es, de cómo se rootea, de cómo la mayoría de las apps son gratis, etc, etc. Cuando alguien me habla de lo fantástico que es Android siempre les pregunto: “Android?, Cuál de todos?” Y ahí comienza Cristo a padecer, como diría mi mamá.
El tema es que Android no es Android. Cuando la gente habla de Android en realidad está hablando de la suma de cientos de diversos sabores, colores y aromas de sistemas operativos basados en una idea original llamada Android. El Android de los Kindle de Amazon y del Galaxy S4 de Samsung no se parecen en nada. Es más el Android del Sony Xperia Z y el del Huawei Ascend P6 (del cual les escribiremos mañana), a pesar de ser Android Jelly Bean, en nada se parecen. Y sin embargo la gente habla de Android.
El día de hoy, OpenSignal publicó su más reciente estudio sobre el estado de fragmentación de Android en el mercado. Los resultados son preocupantes.
En un sólo año el nivel de fragmentación de Android se ha multiplicado por 3.
Pero, qué es la fragmentación y por qué es importante? La fragmentación es una medida de cuántas versiones de un mismo sistema operativo están siendo utilizadas en el mercado en un mismo momento.
La fragmentación es buena porque, como en el caso de Android, permite la fabricación de equipos para todos los gustos y los bolsillos con los cuales la plataforma se ha consolidado como el sistema operativo móvil más importante del mercado tanto de smartphones como de tablets. Mírelo bien: los teléfonos casi-flecha basados en Android no corren Jelly Bean; corren versiones viejas, limitadas de Android. Y es gracias a esa versión ancestral de Android que ese celular no es un celular flecha sino un “smartphone”.
Ahora bien, la fragmentación es mala porque genera problemas de desarrollo a aquellos que crean aplicaciones para la plataforma (piense en cuántas iteraciones diferentes debe construir un desarrollador para las diferentes versiones, los diferentes sabores de una misma versión y las diferentes resoluciones de pantalla. Es mala también porque cuando un desarrollador actualiza su aplicación para incorporarle mejoras generalmente lo hace sobre la versión actual del sistema operativo y no es muy fácil que los cambios se hagan para versiones anteriores. A mayor fragmentación, más difícil es que los usuarios puedan actualizarse a la nueva versión de la aplicación. Y por último, la fragmentación es mala porque cuando Google saca una nueva versión de su sistema operativo los usuarios no pueden acceder a ella porque (a) su fabricante no lo ha certificado, (b) su dispositivo no lo soporta o (c) su operador móvil no lo ha homologado.
Al cierre del primer trimestre de 2013 así se ve el problema de fragmentación de Android (pueden ver una versión interactiva en la página de OpenSignal siguiendo este link)
Cada uno de estos cuadritos corresponde a dispositivos que corren Android en alguna de sus versiones. Un desarrollador que quiera crear una aplicación debe tratar de que su app corra en la mayoría de estos dispositivos.
Samsung lidera con el 47% de los dispositivos seguido de Sony y de LG. Sin embargo, un análisis de cómo obtiene esa participación demuestra que cerca del 64% de su número viene de productos que le aseguro usted no conoce (como el SHV-E160K) y no los Galaxy S algo o Note que viene produciendo con tanto éxito la compañía.
Para entender qué tan fragmentado es Android, sólo basta compararlo con otro sistema operativo. La siguiente gráfica muestra la diferencia entre iOS, en el cual más del 95% de los dispositivos analizados utilizan la última versión del sistema operativo, y Android, en donde más de 1 de cada 3 dispositivos corren sistemas operativos lanzados hace más de 3 años.
Ahora sí, le gusta Android? Cual de todos?
