Conveniencia vs privacidad. Esa es la decisión a la que millones de usuarios nos enfrentamos a diario en un mundo en el que para algunos proveedores de servicios somos tanto el cliente como el producto y en el que se rastrea y almacena las páginas web que visitamos, las noticias que nos gustan, los productos que buscamos, los artículos que leemos, los lugares (físicos) que frecuentamos y hasta lo que preguntamos o decimos a nuestros asistentes virtuales.
Pocas compañías recogen tanta información de usted como Google. Bien sea por medio del análisis de sus correos electrónicos, por la información que se puede recopilar de sus fotos, por los sitios que frecuenta con su celular Android en el bolsillo e incluso por las “conversaciones” que tiene con Google bien sea a través de Google Now, OK Google o sencillamente el buscador.
Y es que así como Google guarda todas las búsquedas que usted realizar desde su buscador (puede ver el historial aquí), la compañía también guarda los audios de sus interacciones por medio de voz. Bien sea cuando pregunta algo o bien sea cuando le da un comando. Bien sea vía web (usando por ejemplo Chrome), un App específica o los comandos de voz de Android.
Estos audios son almacenados en los servidores de Google. Todos y cada uno de ellos. Lo bueno es que usted puede verlos (y borrarlos) siguiendo este link. Lo malo es que ahí están.
Es un ejercicio interesante aunque algo creepy (lo siento, si te perturban los anglicismos podrías reemplazar la palabra por “terrorífico”) que le invito a realizar, especialmente si ya ha entrado a la onda de realizar más y más acciones por medio de comandos hablados con su teléfono.
No sé, es diferente ver el historial de búsquedas en Google.com o el historial de sitios visitados a poder escuchar los audios de su voz almacenados en un servidor y organizados por fecha. Lo pone a uno a pensar hasta donde hace sentido tanta “conveniencia”.