La revolución digital nos pega a todos:
- A los niños y jóvenes cuyas vidas, cada vez más y en más detalle, quedan registradas en línea (su huella digital) para que puedan ser buscadas y encontradas por cualquiera, incluyendo futuros reclutadores de universidades y trabajos.
- A los padres de nativos digitales que nos enfrentamos al reto de ayudarlos a navegar, aprender y crecer en un mundo que para muchos de nosotros es desconocido (ese desconocimiento el riesgo más grande para los niños).
- A los directores de las empresas que ven cómo la revolución digital poco a poco se toma sus industrias, generando cambios disruptivos que ponen “patas arriba” los modelos ya existentes y que amenazan la supervivencia de los “incumbentes” que se niegan a evolucionar.
- A los profesores que en vez de ver una amenaza en la tecnología pueden adoptarla para generar más engagement en sus estudiantes y para prepararlos, de verdad, para ser ciudadanos del Siglo XXI.
- A las autoridades, quienes en los últimos años han visto como la ventaja tecnológica de la que gozaron a finales del siglo XX se ha erosionado ante la democratización tecnológica y cómo sus herramientas y procesos se han quedado atrás para enfrentar un crimen más digital y conectado.
- A los legisladores – senadores, congresistas y ministros – en quienes recae la responsabilidad de actualizar los marcos regulatorios y las leyes sobre las que funciona nuestra economía y nuestra sociedad para permitir que el avance tecnológico sea motor de desarrollo, educación e inclusión social a la vez que manejan discusiones tan complejas como la de la Encripción vs Seguridad Nacional.
- A los jueces quienes toman decisiones sobre temas que muchas veces no entienden (los recientes casos de WhatsApp en Brasil y Uber en Argentina son un buen ejemplo).
- A los médicos, a los artistas, a quienes prestan servicios, a los agricultores, a los gremios y organizaciones, a las secretarias, a los conductores, a los empleados y empresarios. A todos por igual.
La revolución digital nos pega a todos y así como en el siglo pasado se trabajó incansablemente para combatir el analfabetismo hoy debemos trabajar mancomunadamente, proactivamente, para no ser analfabetas digitales.
El analfabetismo digital es un riesgo para todos
El analfabetismo digital es un riesgo para todos. No sólo para los 20 millones de empleados cuyos trabajos serán reemplazados por robots en los próximos 10 años, ni para lo millones adicionales cuyas labores las harán asistentes digitales o bots. Cuando un juez (o un dictador) desconecta un país del servicio de comunicación más usado por su falta de conocimiento de cómo funciona la encripción end-to-end, cuando una ministra promete bloquear un servicio porque las mafias de los monopolios existentes la tienen en su bolsillo, cuando una corte determina que cualquier juez, sin importar su ubicación, puede otorgar órdenes de interceptación de comunicaciones a cualquier individuo en el mundo, cuando se habla de prohibir la encripción de los dispositivos en los que almacenamos todas nuestra información, cuando un periodista repite sin entender, sin verificar, lo que leyó en twitter, cuando dejamos a nuestros niños solos en internet, cuando alguien en la oficina o en la casa le da click a cuanto pop-up le sale y cuanto archivo le llega sin medir las consecuencias, todos somos víctimas.
Esta es una invitación a que no sea ud un #AnalfabetaDigital. A qué lea, a que escuche (ya probó los podcasts?), a que esté enterado de lo que está ocurriendo con la revolución digital y pueda aprovecharla al máximo a la vez que se protege de los riesgos y peligros que conlleva.
Suena interesante. También cabe mencionar que el analfabetismo digital se da cuando no se deja garantizado el acceso a internet a toda la población, cosa que aun vemos en gran parte del territorio nacional. Cuando los operadores y los grandes desarrolladores enferman la neutralidad de la red ahogando el espacio libre para nuevos jugadores y haciendo que los consumidores terminen esclavos de lo que ellos ofrezcan.
En principio es un asunto de educación, pues en gran parte es ver como los involucrados en el tema logran llevar tanto el acceso como la adopción responsable de herramientas digitales para formar ciudadanos acordes al siglo XXI, sin descuidar otros mínimos que aun para la población son de vital importancia mas que el mero hecho de generar oferta y demanda de cierto servicio, donde el generar la necesidad de usarlo es clave
Bueno comentario Rubén!! Estoy de acuerdo