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Del coronavirus a la pandemia informativa!

Ante la avalancha de informaciones falsas y noticias tendenciosas acerca del coronavirus que circulan a nivel mundial, vale la pena reflexionar sobre el uso que damos a las redes sociales y otros medios para difundir el pánico, la xenofobia, el morbo y la discriminación, dada nuestra humana tendencia a actuar de forma irreflexiva y egoísta en situaciones de miedo y supervivencia.

En la historia de la humanidad múltiples sucesos dan cuenta de cómo el pánico y la histeria colectiva causan más daño que las propias enfermedades, las guerras y otros hechos que afectan a un elevado número de personas y amenazan con tener repercusiones globales.

 

Desde las catástrofes naturales y las epidemias hasta los conflictos sociales y las crisis financieras, la humanidad siempre ha sido testigo del poder devastador de los rumores para complicar exponencialmente los sucesos reales y aumentar su gravedad y sus implicaciones.
 


 
En un mundo como el actual, donde contamos con infinitos medios para hacer circular la información, esta tendencia se hace claramente más marcada y potencialmente peligrosa.

 

La incontenible avalancha de información sobre el coronavirus que ha circulado en los últimos meses por los grandes medios y por las redes sociales, es uno de los ejemplos más patentes de esa humana tendencia a distorsionar la realidad por causa del miedo, el aparente afán de ayudar o el simple morbo y el sensacionalismo.

 

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Si bien no se pueden desconocer las graves implicaciones de este patógeno (coronavirus) en la salud humana y su eventual capacidad para acabar con la vida de muchas personas, de no ser controlado, también, salta a la vista el hecho de que hasta el momento la información falsa y el pánico mundial se han difundido mucho más rápido que la propia enfermedad.

 

Es también importante reconocer los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los gobiernos, los representantes de las redes sociales y otras entidades por transmitir sólo información veraz y confirmada, y eliminar las noticias tendenciosas. No cabe duda de que en todos estos escenarios hay personas trabajando de forma responsable por evitar la expansión del pánico pero, también, es evidente lo descomunal de esta tarea, teniendo en cuenta el carácter público y abierto de las redes sociales que nos dan a la posibilidad de publicar casi cualquier contenido e incluso hablar con aparente autoridad de asuntos en los cuales tenemos poco conocimiento.

 

Aparte de las miles de noticias distorsionadas sobre el virus COVID-19, sus efectos, los síntomas que produce, los lugares del mundo en donde se encuentra y las formas como puede contagiarse, las redes sociales también han servido para que muchos de forma irresponsable promuevan la xenofobia, en especial hacia la población china, y la discriminación hacia las personas que han estado en peligro de contagiarse o que ya lo adquirieron. Para no ir muy lejos, basta ver el ejemplo de las publicaciones malintencionadas que han aparecido en días recientes en Facebook acerca de los compatriotas colombianos que fueron traídos desde China y puestos en cuarentena.

 

La mezcla egoísmo y falta de empatía que se manifiesta en publicaciones como esas deja ver mucho de los extremos a los que nos impulsa nuestra naturaleza primitiva cuando nos movemos desde el miedo y el puro instinto de supervivencia.

 

En otro sentido, tampoco es un secreto cómo las redes y otros medios pueden haber sido usados en esta coyuntura como plataformas para emprender la guerra ideológica y económica contra los países del extremo oriente, especialmente China, que en décadas recientes han representado un contrapeso importante a Estados Unidos y las potencias occidentales en el escenario geopolítico mundial.

 

Con el impresionante aumento del desprestigio de los productos chinos que llegan prácticamente a todos los lugares del mundo, es predecible que la economía de este país resulte considerablemente afectada y de nuevo reducida ante el fortalecimiento de sus competidores internacionales. El saber si todo el ruido mundial por el coronavirus ha sido una jugada orquestada cuidadosamente por este tipo de intereses es una cuestión que queda para los más perspicaces y los amigos de las teorías de conspiración. No obstante, en este ámbito también se pone de manifiesto el poder arrollador que puede tener la desinformación.

 

Lo que en últimas suceda en el mundo por causa del coronavirus es algo que sólo sabremos en la perspectiva de meses o incluso años pero, hoy en día, un suceso como este nos permite evidenciar es el poder que tenemos los seres humanos para hacer de los hechos reales auténticas pandemias informativas.

 

Ante estas reflexiones, de nuevo vale la pena cuestionarnos sobre la forma como comunicamos y el uso que hacemos de los medios que el mundo tecnológico pone a nuestro alcance.

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