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Efectos perversos del Social Media (#1 “Quiero ser famoso”)

El social media ha cambiado radicalmente nuestra sociedad. Pero también ha tenido efectos perversos. El primero, el “quiero ser famoso”

La revolución del Social Media nació hace un poco más de una década y en este corto tiempo ha transformado radicalmente muchos de los aspectos de nuestra sociedad. 

De la noche a la mañana pasamos de ser simples consumidores de contenido (como lo fuimos como la televisión y la radio) a convertirnos en “prosumidores”: produciendo, compartiendo, dando a conocer nuestros puntos de vista y nuestras opiniones a un público cada vez más grande, más global. De la noche a la mañana la transmisión de noticias, el mercadeo y hasta las aspiraciones de los más pequeños cambiaron. Así fue como llegó el auge de los Facebooks, YouTubes, Twitters, Snapchats y demás.

El Social Media ha generado impactos más radicales de lo que generalmente creemos.

Piénselo. Por un lado hemos visto crecer conceptos como el del “Pequeño Hermano” (del cual hablé hace un par de años), en el que la balanza de poder se nivela gracias a la proliferación de cámaras fotográficas y de video por doquier, llegan a nuestros ojos historias que jamás hubiéramos conocido por los medios tradicionales y hoy por hoy es posible aprender de casi cualquier cosa sin tener que invertir grandes sumas de dinero. 

Padres y abuelos que viven lejos de sus hijos y nietos pueden ser parte de esos pequeños momentos de felicidad, de logros, sintiéndose más cerca. Comunidades enteras han logrado generar cambios compartiendo historias de una manera más natural, más cercana y más fáciles de digerir para el público en general y pareciera que cada día más gente prefiere las experiencias a los objetos físicos (sabía que cerca de la mitad de quienes salieron de vacaciones este año dicen que las fotos de sus amigos en redes sociales los motivaron a hacerlo?).

Pero no todo es bueno. Más allá de esa adicción a estar conectados y revisando qué ha pasado en [ponga aquí el nombre de su red social favorita] el Social Media también ha tenido efectos perversos en nosotros y en nuestra sociedad. 

En esta corta serie de artículos quiero hablar de 3 efectos perversos del Social Media, comenzando con el…

“Quiero Ser Famoso”

Se acuerda cuando uno era pequeño y le preguntaban “qué quieres ser cuando grande”? Se oían respuestas como Bombero, Astronauta, Doctor y, de pronto, Abogado (de un niño al que ya le habían lavado la cabeza). Hoy en día eso no es así. Cada día son más los niños y jóvenes que, cuando sean grandes, quieren “ser famosos”. Como las Kardashian o como Pew Die Pie (o Germán Garmendia), como James o Falcao.  

Y no es que vean en el deporte o en el modelaje o en el cine o en la música una convicción que los llene. Es sólo por “ser famosos”. 

La necesidad de obtener likes y shares y comentarios ha llevado a que nuestros jóvenes (y uno que otro adulto) hagan cada vez más estupideces, las graben y las compartan en sus redes sociales. 

No estoy hablando sólo de estos rusos locos que escalan sitios y caminan por bordes peligrosísimos mientras que se graban, ni del hecho de que las muertes derivadas de gente tomándose selfies hayan crecido de manera ilógica en los últimos años en todo el planeta (pero en especial en la India). 

Estoy hablando de cómo esos likes y shares y comentarios se han convertido en una especie de moneda de la que no se escapa nadie. Estoy hablando de cómo los periodistas cambian los títulos de los artículos para que la gente les de click, de cómo el Marketing de Influencia se ha convertido en una de las ramas de la publicidad más rentables, a pesar de ser un engaño total, y de cómo si no “es viral” no es importante.

Estoy hablando de esas niñas, cada vez más pequeñas, que terminan enviando la “pruebita de amor” por Whatsapp a sus novios (que luego la reparten a todos sus amigos) o posteando un video – cada vez con menos ropa o haciendo cosas no acordes con su edad – en sus redes sociales, presionadas por ese afán de ser populares. 

Estoy hablando del corto-placismo que genera ese afán de fama y de cómo se está forjando la idea de que para ser exitoso no hay que estudiar ni prepararse, ni mucho menos esforzarse, sino que sólo hay que grabarse haciendo cualquier taradez (entre más tarado, peligroso y menos ropa haya mejor). 

El “quiero ser famoso” tiene implicaciones que aún no logramos dimensionar y efectos que perdurarán a lo largo de la vida de quienes hoy ven en esa – efímera, corto-placista y banal – un modelo de vida. 

Y usted, qué opina? 

En mis siguientes posts hablaré del peligro de las “Cámaras de Eco” y la tergiversación de la realidad.

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