En los premios Emmy se reconocen los logros de la TV americana. Son el equivalente de los premios Oscar, aplicados al contenido de la pantalla chica. Su mas reciente entrega, la número 65, fue celebrada a finales del mes de Septiembre. Por primera vez en su historia uno de los premios mayores, el de mejor director, fue entregado a un programa o serie que no se presentó ni por televisión abierta, ni por un canal de cable. David Fincher recibió el premio al mejor director por House of Cards, una serie producida exclusivamente para Netflix, un servicio que algunos tenemos en la cabeza como de alquiler de películas por internet, que recibió 14 nominaciones a premios Emmy en esta edición.
Para poner este logro en contexto, hay que decir que a la TV por cable, le tomo 11 años ganar un premio Emmy desde que la academia los hizo elegibles. A la TV por internet, le tomo solo 5 años. La importancia del premio no proviene necesariamente del prestigio de ganarlo, sino de la prueba de que los servicios de TV online tienen ya la capacidad de atraer a los productores, directores y actores de calidad (en House of Cards el protagonista es Kevin Spacey) y competir por sus servicios contra la TV por cable. Netflix pagó 100 millones de dólares por los derechos de House of Cards y desde que lo hizo, ha aumentado en 3 millones sus suscriptores en USA, hasta llegar a 100 millones, de los cuales 30 millones usan el servicio online. En comparación, los operadores de cable, combinados, tienen 95 millones de suscriptores. Es decir que estamos viviendo un momento en el cual la TV por internet ya tiene tanto la calidad del contenido como la masa crítica para ser tomada en serio por Hollywood, lo cual puede significar un momento pivotal para el negocio.
Analizado con detenimiento, podemos estar viendo el momento inicial de la muerte de la TV pagada por cable, es decir que las primeras víctimas de la disrupción tecnológica en la industria de la TV serán HBO, Showtime, los canales premium y los operadores de TV. Como dijimos hace un largo tiempo ya, la disrupción proviene de dos conceptos principales, el primero es el time-shifting, o la habilidad del usuario de ver el programa cuando quiere hacerlo y no cuando lo están presentando, y el segundo es el concepto de que el usuario pueda verlo en el lugar del mundo en donde se encuentre y no en casa, en donde está su decodificador. Netflix ataca a HBO en la yugular de estos dos conceptos. El problema para HBO es que funciona sobre una vitrina limitada, tiene 24 horas de programación durante las cuales tiene que mostrar los programas mas populares del momento, buscando poner sus mejores activos, los estrenos, en las horas “prime time” que van de las 8PM a las 11PM. Si quisieran presentar contenidos para un segmento de población diferente, como niños o mujeres, deben lanzar y llenar canales adicionales con contenido especializado. En Netflix mientras tanto, los usuarios tienen un menú de miles de películas y programas que pueden ver en el momento en que lo desean. Su vitrina es ilimitada y personalizada. Mientras en Netflix sería posible ver los 5 episodios de su telenovela preferida en una misma sentada, y puede hacerlo desde cualquier lugar donde haya banda ancha, que hoy es casi universal, HBO tendría que programar un maratón para poder hacer lo mismo, y aún así la audiencia tendría que programarse para ver el maratón en el día en que lo presenten sentado en su casa.
Pero ahí no acaban los problemas para HBO. La vitrina de Netflix, al ser ilimitada, puede aprovechar mejor lo que se conoce como “la cola larga” o long tail. La cola larga es un término acuñado por Chris Anderson, antiguo editor de la revista Wired, quien analizó hace ya mas de 10 años que Amazon iba a romper completamente la industria de la comercialización de libros, pues observo que cerca del 50% de sus ingresos provenían del 80% de los títulos, aquellos que recibían pocas compras de un gran número de usuarios. Los demás comercializadores, almacenes de ladrillo y cemento, tienen que llenar sus vitrinas físicas de los títulos mas populares, pues el costo de atender a la inmensa minoría que compra los títulos menos populares es demasiado alto, en realidad es inviable. Netflix obviamente tiene esta misma ventaja competitiva, lo cual lo pone en una posición envidiable para negociar con los dueños de los derechos del contenido.
No solo Netflix puede aprovechar esta oportunidad, Hulu, Roku y el mismo Apple están en posición de atacar este mismo mercado, lo cual significa que podríamos ver grandes avances muy rápido. Y en la medida en que avanza la convergencia digital en la sala de la casa, es decir en la medida en que el televisor se convierte en un pantalla mas del computador, la penetración de la TV por internet será mas pronunciada. Nielsen mostró recientemente un estudio acerca de las pantallas mas populares para el contenido de internet y encontró que aunque el computador aún tiene la mayoría de la audiencia, el televisor viene ganando espacio rápidamente y los smartphones y tabletas son ya una alternativa viable.
La caída de la TV por cable puede tener implicaciones muy fuertes para la industria de las telecomunicaciones. Luego de mas de una década de hablar del triple play, y de los contenidos a través de sus redes, los operadores de telecomunicaciones podrían verse obligados a regresar a su posición natural como “dumb pipes” en donde ofrecen solo infraestructura, pero no deben gastar en mercadeo y en adquirir los derechos de los contenidos, lo cual haría mas barato aún el servicio de banda ancha. Para el usuario, sin embargo, el costo de acceder al contenido posiblemente no bajará, habrá que pagarlo a diferentes proveedores, lo que si tenemos claro es que será mas conveniente.