Preparaba ayer una información sobre el “gig economy” para una invitación que me hicieron anoche Simón Hernández y Mauricio Quintero a BlaBlaBlu cuando me topé con una estadística que me llamó mucho la atención.
Del total de la fuerza laboral estadounidense un 35% participa del gig economy.
Así como lo lee, 75 millones de norteamericanos hicieron trabajos remunerados bajo un modelo no salarial en el último año.
Los datos provienen de la 6ta Encuesta “Freelancing in America” cuyos resultados fueron publicados recientemente.
Los ingresos generados por los Freelancers en Estados Unidos equivalen a un 5% del PIB de dicho país y son cada vez más quienes optan por este modelo laboral vs el modelo tradicional.
Mientras que el 2014 en el 17% de los freelancers lo hacían de “tiempo completo” este año dicho porcentaje ha subido a 24%.
1 de cada 4 freelancers vive, exclusivamente, de este tipo de contratos.
5 datos que me llamaron mucho la atención del estudio:
- El Freelancing es más grande, en términos de plata, que la construcción y el transporte (una de las principales actividades en la mayoría de los Estados en Estados Unidos).
- Los Freelancers producen más plata -por hora- que el 70% de lo que producen los trabajos en la unión americana.
- Cerca de la mitad de las actividades que se realizan bajo este modelo son actividades profesionales como Mercadeo, Consultoría y Programación (la otra mitad corresponde a los conductores de Uber / Lyft, paseadores de perros, etc., etc).
- El 60% de los freelancers han optado por este modelo porque así lo han querido y no porque les haya tocado y cerca del 46% dicen que han optado por este modelo porque no pueden comprometerse con un trabajo tradicional que los obligue a cumplir horarios específicos.
- Y el 77% dicen que la tecnología es uno de los factores claves para que el modelo de freelancing les funcione: siendo la posibilidad de trabajar desde donde sea y la posibilidad de conseguir contratos remotamente, las más beneficiosas.
Es claro que el mercado está cambiando. Es claro que el modelo de 8-a-5 creado bajo la Primera Revolución Industrial (a finales de los 1800) sigue siendo vigente para ciertas actividades pero que para muchas otras se ha quedado corto.
Es claro que, gracias a la tecnología, ya no necesitamos estar juntos y al mismo tiempo para poder trabajar en equipo y colaborativamente y que opciones como el teletrabajo, el gig economy, el crowdosourcing y la economía colaborativa pueden generar, incluso, más beneficios económicos para todos los involucrados.
Lamentablemente la legislación laboral de la mayoría de los países está a años luz de esta realidad.
Lamentablemente los políticos y sindicatos -en busca de mantener su poder y su nivel de influencia- prefieren seguir viviendo en el Siglo XX y no darse cuenta de lo mucho que ha cambiado el mundo, la economía y la sociedad en estos casi 20 años del Siglo XXI (¿ya cayeron en cuenta que en menos de 90 días comienza la tercera década de este siglo?).
Lamentablemente no nos damos cuenta que la tecnología no sólo ha cambiado la relación de poder -incrementando el poder del individuo vs el de las corporaciones- sino que con ese poder incrementado vienen responsabilidades adicionales que como empleados, contratistas, freelancers, consumidores y ciudadanos debemos asumir.
No podemos seguir pensando en explotar al empleador. No podemos seguir esperando a ver “qué nos ofrecen”. Tenemos que ser empresarios de nuestras propias marcas, de nuestros propios proyectos y asumir con ello las responsabilidades presentes y futuras (como la cotización a pensiones) que conlleva.
PS: No sé si se leyeron este documento sobre la necesidad imperativa de actualizar el código laboral (el y modelo de prestaciones sociales y seguridad social) producido por un think tank llamado Al Centro, pero me pareció interesante y fue la base de nuestra conversación en Bla Bla Blu anoche.
Y va de la mano con unas presentaciones que pude ver la semana pasada enfocadas en el tema de la economía naranja en el país. Según el mismo gobierno, la economía naranja puede ser 3.5 veces más grande -en términos económicos- que lo que es hoy la industria cafetera. Pero eso no va a ocurrir sin 2 factores claves: 1) educación (no formal pero de altísima calidad) que pueda darle a la gente los conocimientos que la industria está demandando y 2) flexibilidad laboral precisamente para que esos freelancers puedan garantizar algo de estabilidad en sus ingresos y para que las empresas puedan crecer de manera organizada.