Entre las empresas que mas odiamos los consumidores tecnológicos están los proveedores de servicio celular y de internet y, por supuesto, los proveedores de televisión por cable. Como usuarios, nuestra molestia nace principalmente dudosas prácticas de negocio que primero, nos obligan a comprar servicios que no queremos ni usamos y segundo, de contratos leoninos que nos atan a servicios de baja calidad y alto costo. Así, bajo esa premisa, la disrupción ha llegado al mundo de la distribución del servicio de televisión. Y estamos en medio de una batalla épica.
Los incumbentes, es decir los proveedores de televisión por cable, quieren proteger su modelo de negocio actual. Gracias a su escala actual, han logrado proteger su posición presionando a los productores de contenidos. Su modelo de negocio es extraordinariamente rentable. Está basado en empaquetar programación en bundles de canales. Cobran por la oferta completa de canales, aunque los consumidores únicamente tienen la capacidad de ver una porción mínima de lo ofrecido. Piénselo, su proveedor le ofrece de 100 a 200 canales de programación simultánea, de los cuales solo puede ver 1 o 2 máximo, y solo si usa las capacidades de grabación de algunos set-top boxes. De lo contrario está atado a un solo contenido simultáneo.
Los aspirantes son principalmente empresas de tecnología que han desarrollado aplicaciones que le permiten al usuario desempaquetar la oferta. De esta manera el consumidor optimiza el uso de los contenidos en contraprestación a su costo. En Netflix, por ejemplo, el consumidor puede ver cualquier programa de la colección cuando así lo desea. El problema, desde luego, está en la colección. El control que ejercen los incumbentes impide a los aspirantes acceder a todos los contenidos existentes. Esta es la razón por la cual Netflix ha decidido producir su propio contenido.
Desde la perspectiva del usuario esto es un problema. Nos han entregado la complejidad de averiguar en donde está el contenido. ¿Quiere ver House of Cards? Ese programa está en Netflix. Si quiere ver Sherlock Holmes tiene que buscarlo en el BBC Player. Un evento deportivo en vivo muy posiblemente le exigirá ir a los canales de la televisión tradicionales. Es posible que hoy, para disfrutar de todo lo que quiere ver, tenga junto a su televisor múltiples set-top boxes. Un Apple TV, un Roku, su receptor de cable, etc…
La solución a este problema está en el dispositivo receptor. En el modelo ideal todos los servicios están representados en el dispositivo receptor, el cual tiene la capacidad de indexar, y llevarlo de una manera simple a encontrar los contenidos de su interés. Ud. busca su show favorito y el receptor lo encuentra automáticamente en el servicio por el cual se esté presentando. Quien controle este software será en la práctica su proveedor de servicio de televisión y desintermediará completamente la industria.
En la actualidad este papel lo juega principalmente el proveedor de servicio de televisión. Pero estarían a punto de perder esa posición si la FCC aprueba un plan que obligaría a que el dispositivo receptor sea abierto. Tom Wheeler, el director de la FCC ha trazado un plan que convertiría a la actual televisión en una aplicación mas de un dispositivo abierto que cada persona podrá tener en su casa. La propuesta permitiría que cualquiera programe una guía de contenidos y los distribuya a través de una aplicación. Se podrán imaginar que Google, Apple, Amazon, Microsoft, etc… están apoyando fuertemente esta iniciativa. El factor clave para el control sería la capacidad de cada empresa de ofrecer la mejor experiencia de uso del contenido audiovisual para los consumidores.
Claramente los actuales incumbentes están alistando toda su batería legal para evitar que esto suceda. Estamos hablando de un enfrentamiento de gigantes. La resolución de la FCC será esta semana. Es posible que estemos ad-portas de un cambio estructural en la manera como vemos televisión.