En la cultura popular se ha arraigado bastante la imagen de científicos y expertos forenses haciendo uso y despliegue de tecnologías de ultima generación para resolver crímenes, incluyendo la búsqueda de personas (entre victimas y victimarios), avanzadas bases de datos, pantallas de altísima resolución, cámaras con diferentes fuentes de luz (incluyendo la famosa “luz negra”), uso de agentes químicos para revelar rastros y huellas, y mas recientemente, el uso extendido del reconocimiento facial.
Tal vez los lectores puedan completar esta lista con un sin fin de ejemplos. En beneficio de proporcionar emoción al publico que el despliegue de estas tecnologías en el cine y la televisión, no hay que perder de vista los diversos factores que pueden alterar en gran medida al éxito o fracaso en la utilización de estos recursos tecnológicos en la investigación forense. No debemos olvidar también que la mayoría de estos “shows” son apenas dramatizaciones ambientadas en contextos o países donde esta tecnología esta disponible y mejor aún, hay un derroche de recursos humanos y financieros. La realidad muestra que detrás de estas investigaciones hay horas de arduo trabajo y análisis donde el factor humano juega un factor predominante, al menos hasta ahora.
A este abanico de instrumentos y métodos se suma la aparición de la tecnología de drones. Aparatitos que parecen juguetes para aficionados o entusiastas del aeromodelismo pero, que en realidad, no lo son. Podría decirse que el uso de los drones hizo su debut en el campo militar ya hace un buen tiempo. Como muchos otros avances científicos, podemos decir que se usaron vehículos no tripulados dirigidos (de cierto modo) por primera vez a objetivos enemigos. Solo algunos ejemplos, los misiles intercontinentales programados (el V1 y el V2), misiles dirigidos a control aire-superficie (Fritz X) y el vehículo no tripulado contra objetivos terrestres (Goliath), desarrollados principalmente por los alemanes; del lado aliado hubo también desarrollos importantes: el radar, el helicóptero, la computadora. No es necesario mencionar los devastadores usos en los conflictos actuales, no solo por las grandes potencias sino también por sus oponentes (incluyendo fuerzas no regulares).
Por primera vez, todas esas tecnologías se pueden reunir hoy en un solo aparato y con aplicaciones mas allá de los usos militares. El desarrollo tecnológico ha facilitado mejores, más potentes, más pequeños y más económicos artificios que ya están prácticamente al alcance de cualquier usuario y mercado. Como todos sabemos las posibilidades son infinitas hoy en diferentes campos, como la arquitectura, la ingeniería, la agricultura, rescate y salvamento, salud, comercio, recreación y el turismo.
Para el tema que nos ocupa hoy, hay que decir que el uso de drones y sensores remotos no es tampoco una novedad en el campo de la criminalística y la ciencia forense. Hay que decir que, la mayoría de las fuerzas policiales en el mundo tienen departamentos dedicados no solamente al uso diario sino, también, a la investigación y desarrollo (I+D) especialmente, cuando los criminales también hace uso de esta tecnología. A tal punto que incluso organizaciones internacionales como Interpol tienen guías y directrices para su uso y manejo de incidentes. No hay que olvidar que las fuerzas policiales y de seguridad también monitorean e incluso capturan regularmente estos vehículos no tripulados que son usados con fines delictivos, por lo que constituyen material de evidencia que es analizada para conocer quién los controla y qué información pueden ofrecer en sus bancos de memoria y bitácoras de vuelo.
La principal aplicación de los drones en la investigación criminal es apoyando la primordial tarea, la documentación de la escena. La literatura y los medios ofrecen abundante material sobre el uso de drones para la fotografía y mapeo de escenas criminales en tiempo real con todos los detalles posibles, con el apoyo de otras tecnologías (fotografía digital, teodolitos laser etc.). La documentación de accidentes de menor y gran escala y, más recientemente, los desastres naturales, ha probado que el uso de los drones es una herramienta de trabajo bastante útil. A esto también se puede incluir las labores de vigilancia y seguridad, mejorando la accesibilidad a sitios remotos en escalas de espacio y tiempo que, hasta hace poco, eran impensables! Para no ir tan lejos, por ejemplo, vastas fronteras nacionales e internacionales pueden ser monitoreadas a través de drones.
El uso forense puede ser también amplio, pero primero hay que entender lo que significa este termino. Ciencia forense son realmente varias ciencias trabajando conjunta y coordinadamente con un objetivo: “explicar las circunstancias un crimen donde, por lo general, implica también la muerte de una persona (o tal vez más). Además de la medicina, son muchas otras ciencias las que contribuyen a esclarecer y dar respuestas a los interrogantes que rodean este hecho. De igual forma, las respuestas no sólo se encuentran en una sala de necropsias sino, también, en los lugares asociados al crimen donde es también necesario estudiar e investigar.
La investigación forense involucra varias etapas que deben ser completadas para construir una hipótesis viable para lograr este objetivo: la recopilación y análisis de información, la visitas de campo en lugares abiertos y cerrados, el análisis del cuerpo y evidencias, estudios complementarios y la compilación de la información para llegar a una conclusión apoyada por evidencia científica. Aquí podemos ya apreciar que, además del trabajo interdisciplinario, las ciencias forenses brindan un arsenal de herramientas para construir diferentes líneas de evidencia que, usadas de forma sistemática y con criterio técnico y científico, brinda información muy valiosa para el esclarecimiento de un crimen.
Por lo tanto, el uso de drones se perfila como una herramienta novedosa en la investigación criminal y forense, especialmente en la parte de trabajo de campo. Mas allá del manejo de la escena, los espacios a estudiar pueden ser muy amplios en campo abierto, usualmente con dificultades geográficas y de difícil acceso. Esto es lo que sucede a menudo cuando se abordan contextos arqueológicos, donde se trata de comprender el medio donde se desarrolló una comunidad ya sea en el pasado reciente o lejano. De manera similar, los escenarios forenses implican a veces el abordaje de grandes extensiones de terreno donde pueden encontrarse indicios o evidencias asociadas a un crimen. Utilizando las herramientas propias de la arqueología, se realizan prospecciones en busca de estos elementos que, posteriormente, deben ser analizados para reunir la información necesaria que oriente la investigación.
Con la ayuda de los drones, se acelerar el proceso de recolección y análisis proporcionando información valiosa y detallada de primera mano en tiempo real. Con otros recursos adicional asociados con el uso de drones, como la fotogrametría, sensores de luz y térmicos o hasta láser (LIDAR) etc. pueden lograrse reconstrucciones del terreno muy fieles que dan a los investigadores una orientación mas confiable para interpretar los resultados obtenidos apoyar sus hipótesis.
Hoy en día, el uso de drones en la investigación forense esta todavía en proceso experimental pero con un panorama bastante prometedor como herramienta en el futuro cercano. Ya en varios países (incluyendo América Latina) diferentes grupos de investigación adscritos a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales están comenzando a utilizar esta tecnología con novedosas propuestas de investigación y desarrollo. No obstante, como en otros muchos campos de aplicación, existen limitantes y desventajas, ya que las metodologías de trabajo utilizadas no están completamente estandarizadas y requieren el uso del método científico para validar esta herramienta como confiable en este campo, así como las limitantes desde el punto de vista de la reglamentación y las implicaciones desde el punto de vista de la seguridad y la ética por parte de los actores que utilicen esta tecnología.
No deja de ser emocionante que en la actualidad este tipo de tecnologías están a disposición en este campo. No hace mucho se requería del uso de mapas impresos, fotografías aéreas y poco después las fotografías satelitales, con una inversión de tiempo y recursos considerable tanto en campo como en laboratorio. Hoy el uso del dron es potencialmente un paso gigantesco en el campo de las investigaciones forenses.
Por: Andrés Patiño Umaña