El tema con la tecnología es que un día miramos hacia atrás y nos damos cuenta lo mucho que nos ha cambiado la vida.
Recuerda, acaso, como era la vida antes de Google? Recuerda vivir en la “era de la duda”, antes de que cualquier dato estuviera al alcance de sus manos?
O recuerda usted cómo era y a qué velocidad funcionaba su empresa, su estudio, su vida antes de que estuviéramos conectados 100% del tiempo gracias a nuestros smartphones?
Vaya y cuente cuantas fotos tomó entre el 2000 y el 2005 y ahora trate de contar cuantas tomó el año pasado.
En todos estos casos verá cómo el cambio ha sido exponencial.
El tema con la tecnología es que ahora está inmersa en todo, de manera casi transparente y permea todos los aspectos de nuestras vidas, pero no vemos los cambios (grandes o pequeños) que genera a diario a nuestro alrededor sino hasta que un día nos damos cuenta lo mucho que ha cambiado nuestras vidas.
Y lo peor (o mejor?) es que lo antes tomaba 50, 25 o 15 años en generar disrupción y adoptarse masivamente ahora toma 7, 5, o incluso 3 haciendo más difícil que nos mantengamos al día, comprendamos su impacto y nos preparemos para él.
Por eso no es extraño ver diciendo que la inteligencia artificial es “puro marketing” a pesar de la usamos a diario y que 63% de quienes la han usado no caen en cuenta de haberlo hecho. [Debo decir que sí creo que el término se está “prostituyendo”, pero de eso hablaré en otro artículo).
Por eso, y por la velocidad exponencial a la que crece la tecnología, es que aún hay gente que no cree que vayamos a tener carros realmente autónomos ni que lleguemos a Marte en menos de una década.Por eso la gente se niega a creer que su trabajo puede ser reemplazado por un robot. Por eso nos es difícil ver el impacto cada paso que damos, hasta que un día miramos para atrás y vemos toda la carrera que hemos corrido y lo mucho que ha cambiado el mundo a nuestro alrededor.