Escribir en la era digital es una de las áreas de mayor conflicto en el sistema educativo. ¿Deben los niños, los nativos digitales aprender a escribir “a mano”? Cuáles son las ventajas o desventajas? Deben los nativos digitales escribir con bolígrafo, lápiz o esfero? Y así las preguntas se hacen complejas y como en todo en la vida siempre habrá posiciones encontradas y argumento valiosos para hacer planas y otros para no hacerlas. Y siempre habrá maestros que se quejarán de la letra, la caligrafía de sus estudiantes. Y afortunadamente, llega un momento en la vida de estudiantes donde lo importante es lo que escribimos y NO como lo escribimos.
Mas allá del debate académico, me parece interesante las posibilidades que ofrece escribir en la era digital, en el colegio, en la universidad, en el trabajo y por placer. Las herramientas digitales ofrecen unas oportunidades UNICAS para que nos concentremos en lo relevante: el contenido, el análisis crítico, comunicar nuestras ideas, argumentos, resultados etc. Además esas herramientas permiten desarrollar las habilidades del siglo XXI, como la creatividad y la colaboración.
El proceso de escribir pasa por diferentes estados dependiendo de la tecnología. Estos maestros definen tres estados.
Escribiendo 1.0: El lápiz y el papel son la tecnología escogida. El estudiante escribe y el profesor corrige y así hasta que alguno de los dos, generalmente el profesor (jefe) queda medianamente satisfecho o tira la toalla.
Escribiendo 2.0: Se usan algunas herramientas digitales y un computador. El estudiante(analista, subordinado) y colabora continuamente con el maestro. Las herramientas permiten la colaboración y el producto final deja satisfechas y “empoderadas” a las dos partes. El único pero es que el resultado final sigue siendo el mismo: un artículo, un ensayo, un reporte. El contenido se puede compartir. Esto ya es un avance.
Escribiendo 3.0: En un mundo cada vez más visual, reconocemos (o por lo menos deberíamos reconocer) que no todos aprendemos, entendemos, leyendo que el conocimiento se trasmite de manera distinta dependiendo de como funciona nuestro cerebro. Entonces me preguntó yo ( a raíz del artículo) porque el oficio de escribir sigue siendo tan poco “digital” tan poco sintonizado con los procesos cognitivos que ahora gracias a la neurociencia conocemos un poco mejor.
El artículo propone entonces un ejercicio de escribir más novedoso y no menos ambicioso: usar todas las herramientas digitales a nuestra disposición. Es utilizar la voz, las imágenes, los vídeos, los textos para colaborar y para compartir. Y sobretodo, para que la experiencia sea igualmente creativa para todos. Si el objetivo es comunicar pues comuniquemos con todas las herramientas disponibles para llegar a todos de una manera amena y llena de sonidos, ayudas visuales donde todos se apropian del conocimiento y del proceso colaborativo.
Escribir como leer son dos actividades fundamentales en el sistema educativo y laboral que no deben ser tareas aburridas y además son compromisos ineludibles de nuestro quehacer diario. Escribir y leer deben ser actividades que disfrutamos independientemente de nuestras habilidades intelectuales, gustos o tipo de inteligencia. Ahora solo falta convencer a los Ministerios de Educación y a los demás encargados de regular el sistema educativo que escribir y comunicar en el siglo XXI no pasa solamente cuando ponemos las palabras juntas en un papel. Me parece que en los ambientes laborales se reciben con entusiasmo documentos/presentaciones más interactivos, y cortos. Se le agradece al presentador con nuestra atención que su exposición tenga elementos visuales, auditivos, que vaya al punto y que su exposición no duré más de lo necesario.