“Zapatero a tus zapatos” dice un antiguo, y muy acertado, refrán. En pocas palabras habla de saber de aquello a lo que uno se dedica, de estudiar, de prepararse, de especializarse y de no meterse en aquello que no es de su dominio. Es la razón por la que los contadores tienen un carnet de contador, por la que los médicos tienen sus diplomas y certificados y por la que para ser policía o bombero hay que tomar cursos y aprobar pruebas y exámenes.
Pues bien, ahora parece que el Gobierno Chino quiere aplicar ese sistema no solo a los trabajos tradicionales sino a aquellos mas recientes y menos “profesionales”, como el de los influenciadores.
No me mal entienda. Ha influenciadores de influenciadores. Está el experto en una materia, como Julio Profe, que sabe de lo que habla y cuya influencia genera grandes resultados para los millones de niños que aprenden con sus videos. O gente como MKBHD cuyo nivel de especialización y conocimiento es fantástico y ayuda a “los mortales” a tomar decisiones de compra de tecnología.
Pero la verdad sea dicha, 90%+ de los influenciadores no saben de lo que hablan; un día están posteando fotos haciendo ejercicio y tomando batidos y por la tarde están hablando de los beneficios del forex o de las cripto. Una semana hablan de nutrición y la otra del impacto de las redes neuronales en la fotografía. Un mes son expertos en el rol que los casinos juegan en la generación de empleo y el siguiente recomiendan tratamientos estéticos a diestra y siniestra.
La verdad es que el Influencer Marketing es, y ha sido desde sus inicios, una payasada; un nuevo modelo de mercadeo para engañar a los usuarios que ingenuamente creen en lo que dicen y recomiendan (90% de las veces sin haberlo si quiera probado) sus “estrellas favoritas” y divas.
Por eso hoy existen regulaciones bien fuertes en diversos países que obligan a cualquier influencer con cierto nivel de audiencia a marcar claramente cuáles de sus posts son publicidad pagada. Pero ahora, la Administración Estatal de Radio y Televisión China y el Ministerio de Cultura y Turismo de dicho país han emitido una nueva normatividad que obliga a los influenciadores a tener las calificaciones necesarias (y comprobadas) para hablar de temas que el gobierno ha denominado de “alto nivel profesional”.
Los influenciadores que deseen hablar, por ejemplo, de temas asociados con medicina, leyes y aspectos financieros deben presentar a las plataformas donde compartan su contenido, certificaciones que acrediten su conocimiento en la materia y estas deberán validarlas para asegurar su veracidad.
Seguro algunos pensarán que es extremo, otro control adicional de parte de un Gobierno que se caracteriza por la censura del contenido, pero la verdad es que creo que los Chinos tienen razón: una cosa fue haberle dado un megáfono a cualquiera que quisiera hablar (hablo de las redes sociales) y otra muy diferente es amplificar el mensaje de cualquiera sin siquiera validar que saben de qué están hablando. Si este tipo de medidas se hubieran implementado a tiempo en occidente de pronto no hubiéramos tenido problemas con tanto terraplanista, homófobo, racista o culebrero que ha llenado de cucarachas la cabeza de la gente y el internet sería un sitio más seguro y divertido.