A finales del Siglo XVIII y comienzos del Siglo XIX la Revolución Industrial generó uno de los cambios más importantes en nuestro modelo productivo y de sociedad. Derivado de esta revolución, hoy vivimos en un mundo en el que se produce en masa, de forma especializada y en donde en la mayoría de los casos es más barato producir al otro lado del planeta y transportar hasta nuestro propio mercado que producir acá mismo.
Un siglo y medio y después estamos viviendo una nueva revolución. Una revolución en la que el conocimiento es la base de la creación y la producción y en la que más allá de los efectos generados por el internet y la movilidad, la Impresión en 3D promete generar un cambio tan grande como el vivido con la Revolución Industrial.
Imagínese que usted vive en una pequeña ciudad lejos de las grandes urbes del Siglo XXI – sabía que en menos de 20 años China tendrá más de 220 ciudades cuya población será superior al Millón de habitantes? Imagínese que necesita una pieza para una máquina que se ha descompuesto. Puede ser su vehículo, su computador, una maquina industrial. Bajo nuestro modelo actual usted pide, bien sea por teléfono o por internet, la pieza que necesita.
El vendedor pedirá la pieza al fabricante, quien en caso de no tenerla la mandará a producir en masa en alguna planta del sudeste asiático, de donde será embalada y despachada hacia el intermediario a quien usted le adquirió la pieza, luego será importada a su país y transportada hasta su destino final. Es un proceso que, gracias al internet y a las telecomunicaciones, es extremadamente fácil pero que por muy expedito que sea puede tomar algún tiempo.
Ahora, imagínese que en vez de comprar la pieza que necesita – el objeto físico – usted compra el derecho de replicación de dicha pieza. Por una vez. O por un número determinado de veces. O para siempre.
El dueño de la propiedad intelectual de esa pieza le enviará a su impresora 3D las especificaciones técnicas y de materiales requeridas para producir – para imprimir – la pieza que necesita y usted la replicará en su propia casa u oficina. No más fábricas, no más despachos, no más importaciones, por lo menos no para artículos terminados. Es posible que el modelo actual gire y se mantenga para las materias primas que requeriremos para poder imprimir en casa.
De la era de la masificación, llegaremos a la era de la personalización. Una era en la que en vez de producir vastas cantidades de cada producto y en la que el consumidor se adapta al producto terminado, es el producto el que se adapta a cada consumidor y se produce una unidad de cada producto según las especificaciones propias y única de cada consumidor.
La impresión en 3D es todavía una “novedad” y aunque ya es posible conseguir impresoras semi-industriales de menos de US$ 2,000 su aplicaciones aún son limitadas, por lo menos para el “prosumidor” (productor/consumidor) final.
Si le interesa el tema, lo invito a que me acompañe en los próximos días en los que estaré escribiendo una serie de artículos sobre el potencial de la impresión en 3D a nivel de medicina, manufactura y otras industrias y también acerca de los riesgos económicos, sociales y de seguridad que esta tecnología puede generar.
Galería Fotográfica
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Un ejemplo de cómo se pueden imprimir herramientas con una impresora en 3D
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