El internet y todos los dispositivos que nos hacen posible estar conectados con el resto del mundo han transformado radicalmente la manera como concebimos el espacio y las relaciones que tenemos con los lugares en la vida cotidiana. Cada día nuestras percepciones espaciales cambian y lentamente se desdibujan las relaciones que solíamos tener con los lugares físicos antes de la llegada y la expansión del internet.
El tema del espacio ya era un asunto largamente estudiado por arquitectos, diseñadores, filósofos, sociólogos y psicólogos, entre otros profesionales, y la forma como interactuamos física y mentalmente con él ha sido objeto de miles de discusiones académicas e investigaciones a lo largo de gran parte de la historia humana. Y ahora, cuando ya hace un poco más de una década las nuevas tecnologías nos han acostumbrado a pensar en la existencia de lugares virtuales y nos han facilitado enormemente la conexión con lugares físicos alejados, proliferan las nuevas relaciones con el espacio y las formas de comprenderlo.
Para no extendernos demasiado y con la consciencia que quedan por fuera muchas consideraciones interesantes, analicemos aquí solo tres maneras en que esta imparable revolución tecnológica ha transformado nuestras concepciones del espacio.
Para empezar, está el ya popular concepto del mundo virtual. La web es concebida como ese universo electrónico que nos permite estar en millones de lugares diferentes, ese medio absolutamente veloz por el que podemos tener la sensación de desplazarnos a donde lo deseemos, al menos mentalmente, y tener a nuestro alcance prácticamente cualquier clase de información en medio de una experiencia audio-visual e incluso sensorial. Esto nos concede una sensación de poder antes inimaginable con respecto al hecho de sentir que tenemos el mundo en nuestras manos.
Por otro lado, se encuentra ese rompimiento de la centralidad y el poder concentrado que solía caracterizar al mundo antes del internet. ¿Qué significa esto? Antes, los grandes acontecimientos, la información, el poder político y las decisiones que afectaban a las sociedades solían darse en lugares (físicos) muy precisos desde los que se controlaba lo que sucedía y lo que el mundo conocía. El hecho de que lugares muy específicos fueran centros de poder, tenía que ver con que muy pocos tenían acceso a los medios y por tanto la gran mayoría de la humanidad debía ser simple receptora o consumidora de lo que se producía. Hoy en día, pasan billones de cosas importantes en billones de lugares y una inmensa cantidad de personas tienen el poder para ser generadores de información, acontecimientos históricos y grandes transformaciones. Miramos el mundo y participamos en la historia desde miles de puntos de vista.
Finalmente, está la contradicción conceptual (y casi filosófica) que experimentamos por ese permanente ir y venir entre los lugares físicos y los virtuales. Estar conectados a internet, que ya es algo inseparable de la vida cotidiana, nos llega a abstraer tanto de la realidad física, que hay instantes en que perdemos por completo la noción de dónde se encuentra nuestro cuerpo, mientras nuestra mente está viajando por el universo virtual. Hoy, prácticamente cualquier lugar físico es como una estación por la que podemos entrar a otra dimensión y hacemos extensos viajes, y al mismo tiempo, los lugares virtuales son como copias transformadas del mundo real. Esa necesidad de estar en el universo electrónico como condición para sentir que existimos en el mundo real y somos visibles, ha transformado el planeta con la presencia de la infraestructura que demanda la tecnología, y las ciudades hoy son entramados de redes que nos ofrecen el acceso a esa otra realidad.
En resumen, es innegable que nuestra manera de entender el espacio cambió para siempre y sabemos que seguirá transformándose en el futuro. Aquí estamos, híper conectados con el resto del universo y con los nuevos mundos que hemos creado. Cada día somos menos los de antes y a veces no logramos entender por completo los que somos, pero mientras sea nuestro pensamiento lo que esté por encima, sabremos comprendernos y hacer que todos estos cambios sean garantía de evolución y de una vida con más bienestar.