Creo seriamente que el mayor riesgo que corremos como sociedad en la actualidad es el Analfabetismo Digital. Y lo digo porque mientras el analfabeta del Siglo XX -ese que no sabía leer o escribir- no era una amenaza para la sociedad y máximo podía convertirse en un lastre para el desarrollo económico, el analfabeta digital se ha convertido en uno de los pilares del estado de desinformación, división y radicalización en el que vivimos.
Hace unas semanas escribí sobre el Rol de la Tecnología en el “Estallido Social”, un artículo que ha tenido buena recepción y el cual le invito a leer si aún no la hecho (le puede dar algo de contexto para el tema de este artículo).
Es gracias al analfabeta digital que las fake news se vuelven virales, que las teorías conspirativas se vuelven “realidad”, que se le da gasolina a las estrategias de quienes se aprovechan del desconocimiento de cómo funcionan las redes sociales para amplificar mensajes de odio o cargados de mentiras, que se intenta reescribir la verdad y se desdibujan los hechos.
Pero no todos los analfabetas digitales son iguales. He identificado, hasta ahora, 4 tipos:
El Ingenuo (o Crédulo)
Es la persona que a pesar de llevar 20 años conectado a internet y una década usando redes sociales aún cree que si no manda el mensaje de WhatsApp a 20 de sus contactos entonces la herramienta comenzará a ser “de paga” y no podrá seguir utilizándola.
Ese personaje que no entiende lo mucho que ha avanzado la tecnología y cómo ha sido explotada por “malos actores” para sus fines maquiavélicos y aún cree todo lo que ve en línea o recibe por mensajes de texto o WhatsApp, sobretodo si viene acompañado de una foto o imagen adjunta.
El bobo útil. El que le hace el juego a los trolls, a las bodegas y a los manipuladores profesionales.
El que se siente identificado
Este es el personaje que comparte contenido que contiene un mensaje con el que se identifica. Un mensaje afín a su pensamiento. Algo que reafirma su forma de pensar y que al verlo piensa, sin dudarlo dos veces, que es cierto porque es parte del mensaje persistente que hay dentro de su cámara de eco.
El típico personaje que cuando uno le demuestra que lo que compartió (o le dio like) es falso dice “Pues podrá ser fake news pero tiene la razón”.
El que necesita afirmación grupal
Este es un personaje que por su condición social o personal necesita afirmación de otros para sentirse apreciado por los demás y que comparte el contenido, sin validar si es cierto o no, para recibir la dosis diaria de dopamina que le falta y que le genera el like, el retweet, el ?? o el comentario.
El adicto, el necesitado.
El Wannabe de Alex Jones
Este personaje comparte, generalmente, contenidos más polémicos, más extremistas, generalmente asociados a política, incluso a sabiendas que a sus familiares y amigos les molesta. Es al que le han pedido, una y otra vez en el chat de la familia, que no lo use para tales fines pero que lo sigue haciendo. El que lo hace por generar polémica y por incomodar a los demás.
Es un personaje que no crea su propio contenido -aún- sino que toma todo lo que le llega y lo reparte a diestra y siniestra, incluso cuando sabe que lo que está compartiendo es falso. El que “cuando grande” quiere ser como Alex Jones y tener su propio imperio de la mentira para ser famoso.
Es un personaje que deja de ser analfabeta digital y comienza a convertirse en un troll puro.
¿Quiénes comparten más noticias falsas?
Un reciente estudio de la Universidad de Colorado, publicado en el journal de Human Communication Research, nos da una idea más o menos clara (y corrobora lo que ya sabíamos) sobre quiénes son los responsables de compartir más contenido falso:
1 – Entre menos “de centro” se autocataloga la persona más contenido falso comparte, aunque los “ultra conversadores” lo hacen en mayor en proporción que los “ultra liberales”.
2 – No son los jóvenes quienes más fakes comparten. Son los mayores.
En otras palabras, entre más godo y más viejo, más propenso a compartir noticias falsas y propagar las mentiras.
¿Cómo ayudarlos?
El mencionado estudio demuestra que cuando una persona tiene un grupo de amigos y contactos en redes sociales nutrido y diverso tiende a compartir menos contenido falso.
La razón es sencilla: los comentarios, educados y bien intencionados, de los familiares y amigos, aquellos que incluyen referencias, documentos y links donde puede validar que la información es falsa, donde se puede nutrir de otros puntos de vista, sirven para sacarlos de su inopia mental. Es decir, sacarlos de su cámara de eco ayuda.
Así que como dice Felipe Arias, el presentador de noticias: “NO SE QUEDE CALLADO…. DENUNCIE!”.
No le tenga pesar a familiar o amigo. O bueno, téngaselo pero hágale caer en cuenta cuando comparta algo que no es verdadero. Enséñele los trucos y artimañas que los verdaderos trolls usan para manipularlo, para llevarlo a compartir ese contenido falso y explíquele las implicaciones de hacerlo. Con cariño pero con firmeza. Intente rehabilitarlos y ayudarlos a reintegrarse a una sociedad donde la verdad es la verdad (y no la “verdad alternativa”), donde lo que se escribe y comparte tiene consecuencias.