Es claro que la tecnología ha tenido efectos profundos sobre nuestro comportamiento, sobre nuestros hábitos e, incluso, sobre nuestra forma de ser.
El hecho de estar más conectados, de tener lo que queramos en la punta de nuestros dedos (literalmente) y de estar constantemente bombardeados por información y por aplicaciones que buscan llamar y mantener nuestra atención de forma constante ha tenido efectos profundos en nosotros.
Más impacientes….
Hace unos años la gente de Microsoft publicó un estudio realizado en Canadá en que se demostraba cómo la capacidad de atención de la gente había disminuido tanto que hoy un pequeño pez era capaz de mantener su atención más que los usuarios de dispositivos móviles, algo que fue corroborado el año pasado por un estudio realizado por científicos de Western Sydney University, Harvard University, Kings College, Oxford University y la Universidad de Manchester.
… y más impusilvos
Ahora otro estudio, esta vez del Freie Universität en Berlin revela que el uso excesivo de dispositivos móviles nos vuelve, además, más impulsivos y afecta nuestra capacidad de espera a la hora de tomar decisiones.
Los usuarios de redes sociales y juegos en dispositivos móviles tienden a ser más proclives a pequeñas e inmediatas recompensas, lo que los lleva a tomar decisiones impulsivas para conseguirlas.
Y aunque parezca trivial, este tipo de actitudes puede tener impactos inmensos en el largo plazo, especialmente si se convierten en la norma de comportamiento de una generación que ha nacido con el smartphone bajo el brazo.
Piense en conceptos tan importantes como el ahorro, las pensiones o la compra de una casa. Todas ellas están basadas en la aplicación de un concepto llamado Gratificación Tardía por medio de la cual se resiste a la tentación de una recompensa inmediata y se espera una recompensa mayor de forma posterior. Pero si nuestro hábitos han sido truncados y la necesidad de una recompensa inmediata nos impide resistir y esperar, el impacto de esta impulsividad puede ser nefasto para el modelo económico actual y para la forma en que hemos construido nuestro modelo de sociedad en el mediano y largo plazo.