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Medellín, un paradigma en la gestión inteligente de la tecnología

La reciente elección de Medellín como la ciudad más innovadora del mundo es un buen ejemplo de lo que se puede lograr al usar la tecnología y las innovaciones.

La reciente elección de Medellín como la ciudad más innovadora del mundo en el concurso organizado  por el City Group, el Urban Land Institute y el Wall Street Journal, además de ser motivo de orgullo para los colombianos, especialmente para los paisas, es un buen ejemplo de lo que se puede lograr cuando se hace un uso inteligente de la tecnología y las innovaciones, y sobre todo teniendo en cuenta que los proyectos por los que esta ciudad mereció este reconocimiento tienen un carácter inclusivo y se fundan en el concepto del desarrollo con bienestar.

Los avances de Medellín en el logro de una movilidad sostenible gracias su sistema de transporte, en su infraestructura urbana y en el crecimiento empresarial, se suman a la reducción en los índices de violencia y de desempleo y la creación de una red de parques y bibliotecas, así como la buena práctica de llevar las innovaciones a los sectores más pobres.

Entre otras razones, los seis principales proyectos que le dieron a esta ciudad el reconocimiento son: los parques biblioteca, especialmente la Biblioteca España, que son espacios donde la arquitectura moderna se mezcla bellamente con la tecnología y el conocimiento en amplios centros culturales; el Centro Cultural de Moravia, que se ha convertido en un espacio de pacificación y renacimiento de la cultura en uno de los barrios más pobres de la ciudad; el edificio Inteligente de Empresas Públicas de Medellín desde donde se apoyan las metas de innovación de la ciudad y se trabaja para cumplir objetivos de desarrollo como la calidad de la educación; las escaleras eléctricas de la comuna 13, únicas en el mundo, que dieron una nueva vía de acceso y de encuentro pacífico a un sector afectado por la pobreza y la violencia; el sistema de metro, que ha reducido las emisiones de CO2 en 175.000 toneladas al año y moviliza más de 500.000 residentes y visitantes al año, con un marcado aumento de la civilidad y la cultura ciudadana; y el sistema público de bicicletas que también ha significado una mejora notable de la movilidad.

Todas estas son evidencias claras de que la tecnología, cuando va amarrada al fortalecimiento de la educación y la cultura, tiene la capacidad de generar bienestar y crecimiento sostenible. Y aunque hasta el propio alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, reconoce que este premio implica un reto enorme y que aún hay mucho camino por recorrer para reducir la violencia, la pobreza y la profunda inequidad que aún existe en la ciudad, es mucho lo que se ha logrado desde la base para borrar el estigma que dejaron tantos años de violencia y proporcionar a los ciudadanos herramientas para su propio crecimiento.

De forma progresiva, Medellín se ha convertido en la ciudad de Colombia que concentra las soluciones más apropiadas a los grandes problemas urbanos y que puede mostrar un ritmo de crecimiento constante y manejable. Y eso, además de ser el reflejo del pensamiento bien enfocado del pueblo paisa y la capacidad de los gobernantes mantener vivos y llevar a buen término los proyectos iniciados por sus antecesores, es también la demostración de que no hay crecimiento posible si no se parte de la base de la educación, la cultura y la inclusión social.

Medellín, como cualquier otra ciudad del mundo actual, ha contado con la posibilidad de acceder a tecnologías innovadoras, pero su evolución no habría sido posible si detrás de ella no hubieran existido hombres inteligentes que comprenden que la tecnología por sí misma no genera crecimiento, sino que siempre es necesaria la gestión estratégica del conocimiento si pretendemos avanzar de forma firme y segura hacia unas condiciones de vida más dignas para la mayoría de las personas.

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