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Padres: los errores más comunes (con respecto a la tecnología)

Estos son 5 de los errores más comunes que cometen los padres/madres con respecto al uso de tecnología por parte de sus hijos

Con esto de la Ballena Azul muchas personas han comenzado a preguntar cual es el peligro más grande al que se enfrentan nuestros hijos, en lo que al uso de la tecnología se refiere. La respuesta, creo yo, es: la ignorancia de sus padres.

El peor peligro al que se enfrentan nuestros hijos (en lo que al uso de tecnología se refiere) es la ignorancia de los padres

Y es que con cada tragedia nueva, en la que se hable del uso de tecnología, los padres comienzan a revolotear, a cuestionar, a preguntarse cómo proteger a los niños, a qué edad debemos abrirles la puertas del mundo digital y qué podemos hacer para que estén seguros. Así que hoy quiero hablar de que NO hacer y de los errores más comunes que cometemos los padres de familia, con respecto a la tecnología: 

1. No (querer) Entender

El principal error que cometen muchos padres de familia es no entender qué hacen sus hijos en el mundo digital, qué dispositivos usan, a qué servicios acceden, con qué finalidad y con quienes comparten ese mundo.

Y aunque hay casos en los que es claro que el gap generacional y de conocimiento es la limitante (piense en los hijos de un campesino de 50 años que nunca ha necesitado la tecnología para vivir), la verdad es que en la mayoría de los casos pareciera que los padres sencillamente no quieren entender. No tienen tiempo para aprender. No tienen interés en investigar, en leer, en preguntar, en informarse.  

Y así, partiendo de la ignorancia, es prácticamente imposible proteger a los niños. 

2. No Participar 

Si el primer paso es entender, el segundo es participar – activamente – de la vida digital de sus hijos. Esto no es una moda pasajera. El social media no dejará de existir, el internet no va a desaparecer, los smartphones seguirán evolucionando (en funcionalidad y en formato), y la tecnología cada día estará mas presente en nuestras vidas. 

No participar no solo no es una opción sino que es un error craso. La mejor manera de estar informado es estar ahí, compartir, ser parte de ese mundo. En mi caso, por ejemplo, he tenido que aprender a usar Snapchat e Instagram porque es donde “vive” mi hija. Traté de traerla a Facebook (que es donde estoy yo) pero luego me di cuenta que estaba perdiendo la oportunidad de ver lo que ella hace, lo que comparte y lo consume por no estar ahí. Hoy compartimos – en 2 vías – el contenido que nos parece relevante para el otro y hemos abierto un espacio de comunicación que nos permite hablar de cosas que vemos y que creemos son importantes discutir. 

Yo sé, no es fácil, pero además de importante se vuelve gratificante. 

3. Usar Plataformas Diferentes

Si usted usa iOS y sus hijos Android (o viceversa) está cometiendo un grave error. No solo está perdiendo plata (ambas plataformas permiten compartir contenidos comprados por un miembro de la familia con otros sin pagar más) sino que usted no tiene como controlar – de manera preventiva – las aplicaciones y contenido que sus hijos descargan y si lo hace, seguro será extemporáneamente, por la noche cuando – como dicen los niños – “ya pa’ que”. 

El Control Parental es clave pero muchas veces, mas que solo restricciones, lo importante es validar a priori el contenido que se va a consumir. En iOS, la opción de Ask-to-Buy es valiosísima (cuando el niño va a descargar un contenido lo que hace es pedir permiso a sus padres, quienes reciben una notificación para revisarlo y aceptarlo). En Android, la funcionalidad también existe.  

4. El Mal Ejemplo

Nuestros niños no aprenden de lo que les decimos; nuestros niños aprenden de lo que nos ven hacer a nosotros. Por eso el ejemplo es clave. He oido cientos de veces a papás y mamás que ponen reglas como “en la mesa no hay celulares” pero que en medio de la comida contestan una llamada “porque es importante”. Qué puede ser más importante que un mensaje del novio o novia? NA-DA.

Por qué creemos que lo nuestro es mas importante que lo de ellos? Por qué ponemos reglas que no vamos a cumplir nosotros? Claro, entiendo que no todos estamos en un mismo nivel pero entonces hay que ser claros en la regla y establecer las reglas de manera clara para que no quede en el aire que nosotros estamos “haciendo trampa”. 

El otro error común, hablando del mal ejemplo, es pretender que cuando no estamos conectamos nadie esté conectado. Sobre todo cuando mientras estamos conectados no nos damos cuenta si ellos lo están o no. Antes de hacer un juicio de “vives conectado” es importante validar si eso es cierto o si, como he visto miles de veces, sencillamente los tiempos están trastocados. 

5. No poner límites 

muchos padres piensan que solo con activar bloquear el contenido pornográfico es suficiente. No es solo un tema de contenido. Es también un tema de duración y de horarios. Nada tiene que hacer nadie conectado a las 3am al celular.

Nuestros cerebros, nuestros ojos, nuestro cuerpo deben descansar. Si sus hijos aún no están en edad de manejar esto por sí solos, la mayoría de las aplicaciones y sistemas de control permiten otorgar permisos según duración u horario, además de restricciones de contenido. 

Hablando de contenido: me sorprende que los padres no leen los ratings del contenido que consumen sus hijos. La semana pasada oía un par de mamás que decían que era “el colmo”, que 13 Reasons Why (gran serie de Netflix – super recomendada) no era para niños. Y tienen razón. Netflix, en su sistema de clasificación de contenidos ha indicado – claramente – que es para mayores de 16 años. 

Pasa lo mismo con los juegos. Los padres no leen la clasificación de edad de los videojuegos que sus hijos juegan y termina entonces un niño de 11 años manejando un carro con prostitutas y droga alrededor de una ciudad atropellando a todo aquel que aparezca en la vía (porque da mas puntos) mientras escapa de la policía y les dispara con una ametralladora (by the way, esa es la trama de Grand Theft Auto). 

La solución no es satanizarlo todo. La solución no es la prohibición. La solución no es enterrar la cabeza en el suelo y volverse ermitaños digitales. La solución para proteger a nuestros hijos es estar informados, ser parte de su mundo, compartirlo con ellos y enseñarles de la mano los beneficios y los riesgos de esta realidad, su realidad. 

Siempre uso el ejemplo de nadar: cuando los niños son pequeños y están aprendiendo a nadar, nos metemos con ellos a la piscina. A medida que vemos que aprenden, que flotan, que se defienden, que entienden los riesgos, nos vamos alejando – primero unos pasos, luego sentados en el borde con las piernas adentro, luego en una silla de la piscina – hasta que nos sentimos tranquilos de dejarlos solos. Navegar en el mundo digital, es igual.

Y si quieren ahondar sobre el tema los invito a que miren nuestra revista de Ciudadania Digital (para inmigrantes digitales) en Flipboard

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