Ahora bien, el Chromecast es un dispositivo del tamaño de una memoria USB (contrario a su apariencia, no usa el puerto USB sino que en realidad se conecta al puerto HDMI y sólo pesa 35 gramos) y está enfocado en usuarios del tipo “principiante”, ya que, a diferencia de sus competidores, por si solo no ofrece servicios de “TV por demanda” (no trae embebidos los servicios). Solamente logra la compatibilidad por medio de las apps como YouTube, Netflix, Google Chrome y películas de Google Play.
Dado su poder, el Chromecast necesita de un poco más de energía para hacer su magia; por lo mismo, requiere ser conectado a un puerto USB o a corriente alterna para satisfacer su sed de poder y funcionar correctamente. Una vez todo se ha conectado correctamente, el Chromecast muestra el menú de configuración en pantalla para crear su propia conexión WiFi desde el TV al PC o móvil. Terminada la configuración, ya puede empezar a hacer el streaming de contenidos o “casting”, como lo llama Google.
El “cast” generalmente se realiza desde las apps de YouTube y Netflix haciendo clic en el icono dedicado para este propósito (este proceso suele tardar algunos segundos). El resultado en el TV es un video hasta de 1080p (la calidad depende de la fuente) con audio en 5,1 canales (dado que el Chromecast no tiene salida dedicada de audio, depende del usuario la acción de conectar el TV a un sistema que soporte ese tipo de sonido).
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