Un mundo en donde “las cosas” están interconectadas puede no ser tan chévere como parece, ya que “todas estas innovaciones traen nuevos retos no sólo en materia de integración con la realidad del usuario sino también en materia de seguridad.
Puede que este concepto no parezca importante pero, imagínense el siguiente escenario: “por cosas de la vida” un buen día un hacker logra acceder a su nevera inteligente y usa la conexión a internet de la misma para enviar una serie de emails sobre pornografía infantil o, peor aún, la usa para perpetrar una estafa electrónica. Aunque tal situación suena pintoresca, seguramente dejaría de serlo si la unidad local de delitos informáticos lo citara, por su condición de dueño, a presentar los descargos por “el crimen cometido por su nevera”.
Investigando un poco más a fondo sobre el “Internet de las Cosas”, me di cuenta que la seguridad no es la única consideración que se debe tener al respecto. Por ejemplo, ya muchos han pasado por la situación en donde se compra una impresora que sólo funciona con un determinado tipo de tintas de la mejor marca, lo cual en el “primer mundo” seguramente no tendría injerencia alguna. Ahora cuando analizamos el caso del “tercer mundo”, en donde obviamente hay que “cuidar el centavo”, las cosas son a otro precio, ya no se pueden recargar los cartuchos ni comprar genéricos. En dicho caso se prolonga la vida de la impresora que, paradójicamente, es “es más barata” que los mismos cartuchos.
El caso anterior es medianamente comprensible y, de cierta forma, garantiza la calidad de los contenidos impresos. Ahora bien, si llevamos a un electrodoméstico como una nevera contagiada por el internet de las cosas, que ha sido programada para reconocer sólo ciertas marcas de lácteos, es posible que el ejemplo ya sea mucho más molesto. Imagínese por un momento que su marca de leche no sea la más popular, que por cosas de la vida usted sea un vegetariano: seguramente tenderá a comprar productos alternativos hechos de “soya” o “almendras” los cuales, seguramente, no van a ser distribuidos por una de las marcas más de moda del momento. En ese punto seguramente su nevera ” va a pensar” que a usted, como usuario, le está haciendo falta comprar leche y, constantemente, le enviará mensajes por el chat para que no olvide parar, camino a casa, para comprar su acostumbrada bolsa de leche o, en el peor de los casos, la nevera procederá a hacer la compra directamente en algún sitio en línea.
Siguiendo con los ejemplos, para todos los amantes de los asistentes personales como Amazon Echo, el panorama podría ser el mismo, ya que Alexa viene por defecto con las compras por voz activadas. Puede que hasta el momento eso no significa nada para los propietarios de uno de estos aparatos tan curiosos que responden preguntas, dan el pronostico del clima, leen libros de amazon, narran las noticias más relevantes, leen en voz alta lo que esta pasando en Twitter y hasta hacen compras!
Todo lo anterior parece maravilloso pero, qué pasa cuando un niño o alguien ajeno a su hogar por medio de un simple comando de voz le pide a Alexa que proceda a comprar un determinado gadget en Amazon Prime?
La respuesta es simple, Amazon Echo va hacer la compra! Tal como lo mencionaba anteriormente, las compras por voz (conectadas a la cuenta de Amazon Prime con capacidad de realizar pedidos en forma simplificada mediante el método de un solo paso) están activadas por defecto en el App de Alexa, así que, amenos que el usuario proceda a cambiar esa configuración, cualquiera que le hable a Alexa a una distancia menor a 9 metros podrá hacer pedidos a su voluntad. Ahora bien, cambiar la configuración implica investigar un poco, ya que no hay mucha documentación física en el paquete entregado al usuario final.
Ahora bien, gracias a los expertos de Eset, aquí está el paso a paso para evitar este tipo de compras inesperadas usando Amazon Echo.
Realmente funciona?
Después de ejecutar los cambios en la configuración de #App, aquí está la prueba de compras por voz en Amazon Echo (antes y después). En caso de problemas para visualizar el video haga clic aquí.
Por todo lo anterior, humildemente pienso que el “Internet de las Cosas” debe ser manejado con mucho cuidado y responsabilidad. No sólo de parte de los fabricantes (ya que los productos nunca deberían enviarse al mercado con una configuración predeterminada “poco segura” pero conveniente a nivel de ventas) sino también de los compradores, que deben revisar e investigar cómo “las cosas” van a cumplir con la política del manejo de la información, los riesgos en materia de seguridad y, hasta el control del presupuesto del hogar en el momento de hacer compras.