¿Se fue de vacaciones y le tocó pagar extra por llevar su maleta? ¿O no quiso pagar por quedar en clase “económica plus” y cuando se subió al avión ya no había puesto para su maleta en las gaveteras y le toco poner el maletín en donde normalmente van sus pies? ¿Y cuando fue la última vez que le ofrecieron un sandwich gratis en un avión?
Stacey Higginbotham, escritora de GigaOM, un extraordinario portal de análisis del sector de tecnología, hizo una analogía entre la industria del transporte aéreo y el camino que está tomando la industria de las telecomunicaciones. El artículo, titulado ”¿Quiere ver el futuro de la banda ancha? Mire a la industria aeronáutica”, toma los argumentos de otro artículo, en este caso de la Revista New Yorker, que habla acerca de “por qué las aerolíneas nos quieren hacer sufrir” y aplica la misma argumentación a la industria de las telecomunicaciones. El paralelo es, por ponerlo en términos optimistas, “muy asustador”.
El argumento central de Higginbotham gira alrededor del modelo de negocio que han implementado las aerolíneas, quienes han creado una experiencia de uso miserable para los viajeros con el fin de crear utilidades a través de cobrar por transportar maletas, permitir a los usuarios abordar con anticipación o elegir asientos mas cómodos. Las aerolíneas dicen que su modelo ha mejorado las condiciones para los pasajeros, pues permiten una experiencia mas económica y personalizada. Según ellos, una persona que decide llevar varias maletas y solo quiere sentarse en la ventana encarece la experiencia para todos los demás usuarios.
Estos son los mismos argumentos que ha usado la industria de las telecomunicaciones para justificar su posición en contra de la neutralidad de la red. Para ellos algunos websites (y usuarios), los grandes consumidores de banda ancha, encarecen y dañan la experiencia de todos los demás como usuarios de internet. Por esta razón una separación entre unos y otros es deseable para quienes deciden consumir una proporción normal de datos. En términos prácticos, si ud. quiere ver películas usando Netflix, debería pagar mas que una persona que solo quiere leer correos electrónicos.
Aunque el argumento suena bastante lógico a priori, una mirada mas profunda demuestra que en realidad hay un incentivo perverso en este esquema. En la practica el servicio no mejora para quienes quieren hacer uso de la versión “premium”. Por el contrario lo que sucede es que la experiencia “normal” se deteriora hasta el punto en que todos estamos dispuestos a pagar para no tenerla. Un estudio realizado entre la aerolíneas demostró que los asientos mas cómodos ofrecidos hoy en clase económica en las aerolíneas son mas pequeños e incómodos que los peores asientos ofrecidos hace 20 años. Los ingresos generados por este modelo de negocio para las aerolíneas significa una fuente de 30 mil millones de dólares que antes no tenían.
Lo que sucedería en la industria de las telecomunicaciones, donde tampoco hay un claro diferencial entre proveedores, es similar. No es que quienes paguen por acceder al servicio que incluye Netflix, en un escenario de estas características, vayan a tener un mejor canal de comunicación. Es que quienes no paguen por acceder al plan que incluye Netflix, van a tener un servicio “de mierda” (perdónenme las palabras, pero ya estoy molesto de solo pensar en la situación). Y finalmente estas personas van a ceder y pagarán extra por un servicio que ya tenían.
En general todos estamos de acuerdo en que el servicio de las aerolíneas se ha deteriorado con el tiempo. Si no quiere que su servicio de internet se deteriore de la misma manera es importante manifestarse a favor de la neutralidad de la red. Los usuarios necesitamos que nos protejan de los abusos.