Si usted es usuario de algún sistema operativo medio moderno seguro sufre de “actualizacionitis“, esa condición en la que a diario su dispositivo electrónico le pide actualizar al menos una de sus aplicaciones o componentes. Seguro ha estado ahí: queriendo usar un app pero teniendo que esperar a que esta actualice. O peor, dándose cuenta que la aplicación que más le gustaba (o incluso el hardware que más usaba) ya no funciona con la nueva versión de sistema operativo que acaba de instalar. O incluso peor, dándose cuenta que se le acabó el plan de datos porque se le actualizaron, automáticamente, 15 aplicaciones durante la mañana.
Y es que el tema ha pasado de castaño de oscuro. Aplicaciones como Facebook son actualizadas casi cada 4 semanas y se han encontrado casos de juegos que reciben actualizaciones incluso semanalmente. A eso ha y sumarle las actualizaciones de estabilidad y seguridad que sacan los grandes fabricantes de plataformas tecnológicas como Apple, Google o Microsoft y la velocidad a la que estamos viendo nuevas versiones de los sistemas operativos.
El tema ha llegado a tales proporciones que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos – a través de su Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa, más conocida como DARPA – ha anunciado una iniciativa llamada BRASS (Building Resource Adaptive Software Systems) que busca generar algoritmos que le permitan a un software adaptarse a los cambios de su ambiente y de la infraestructura sobre la que corre de tal manera que no requiera de una “reprogramación intensiva” y que pueda sobrevivir funcionalmente hasta 100 años.
Y es que una cosa es la aplicación que usted corre en su smartphone, ese que cambia cada 18 o 24 meses, y otra las aplicaciones que se utilizan en ambientes corporativos o militares de misión crítica cuya vida útil sobrepasa los 50 años y cuya actualización es un proceso complejo y costoso. Piense en las aplicaciones que hacen funcionar las plantas nucleares, los satélites e incluso los aviones (sólo hace falta ver una cabina de un avión que no haya sido comprado en los últimos 5 años para darse cuenta que corre sobre sistemas que parecen de 1970).
Si el proyecto de DARPA es exitoso – algo que de seguro no sabremos antes de 5 años y cuya aplicabilidad real veremos a nivel del consumidor final no antes de 10 años – el software que utilizaremos será capaz de “evolucionar” de manera nativa y autónoma acoplándose y adaptándose a los cambios que haya en la infraestructura sobre la cual corre.
Y aunque suena interesante, me genera una extraña preocupación en lo que la mezcla de este tipo de soluciones + robots autónomos + la inteligencia artificial puede deparar para nuestro futuro (será porque me vi el nuevo trailer de Terminator: Genesys?). No lo sé.
Si lee este artículo antes del 12:30 (EST) lo invito a que sintonice CST en NTN24 pues estaré hablando acerca de este tema.