La política y la tecnología son como el agua y el aceite. No se pueden mezclar. Si uno quisiera ser benévolo con los políticos, podría pensar que se trata de simple desconocimiento de su parte. Pero es evidente que no es así. Son obvias las presiones de grupos de interés. Los ejemplos pululan en nuestro gobierno.
Hace solo unas semanas hablábamos de como a la Superintendencia de Industria y Comercio se le ocurre prohibir el uso de la nube. Pero no es el único caso. El fiscal general de la nación solicitó la semana pasada que se entregaran las claves de encripción de WhatsApp, pues la aplicación se usa desde las cárceles para cometer delitos. De la misma manera, el Ministerio de Transporte solicita medidas populares para que se prohiba la instalación de la aplicación de Uber por considerar que usa de forma inapropiada e ilegal el espectro electromagnético del país.
No me canso de repetirlo, si dejamos la tecnología en manos de los políticos, pronto regresaremos a la edad media. Ahora bien, es cierto que los políticos son dañinos, pero también lo es que algunas practicas de la industria caminen por la fina línea entre lo ilegal y lo éticamente inaceptable.
Ejemplo: Uber es una empresa inherentemente deshonesta
Muchos queremos a Uber porque ofrece un servicio de muchísima mejor calidad que sus alternativas. Por eso nos hemos unido para defenderlo. Queremos que siga operando en nuestro mercado. Lo usamos a pesar de reconocer su ilegalidad. Pero hay que tener cuidado con lo que deseamos. Para los directivos de Uber, acostumbrados a pelear contra la ley, la línea entre lo aceptable y su filosofía de retar al establecimiento se ha perdido.
En el ultimo mes los directivos de Uber, en especial su CEO Travis Kalanick se ha visto envuelto en una serie de escándalos. Primero, salieron a la luz prácticas de abuso sexual y discriminación de genero avaladas por las políticas de recursos humanos de la compañía. Posteriormente vimos un video viral de Kalanick discutiendo de forma grosera con uno de los conductores de Uber.
Como estos hay varios ejemplos de comportamiento poco ético entre los líderes de Uber. Mucho mal hacemos defendiendo los intereses de una compañía cuyos principios seguramente no compartimos.
Qué articulo tan mediocre. 90% introducción, 10% un par de acciones personales del CEO. ¿Para esto estudiaron 5 años en la “San Marino”?