En 1965, Gordon Moore, cofundador de Intel, escribió un paper en el que predecía que los componentes de los circuitos integrados se doblarían año tras año. A esta afirmación se le conoce la la Ley de Moore, y es uno de los principios base de la tecnología moderna. La Ley de Moore se ha cumplido a completa cabalidad hasta el día de hoy.
No obstante, Intel anunció ayer que su próxima generación de procesadores, conocidos como Kaby Lake, se demorará hasta 2017 y serán construidos sobre la misma arquitectura técnica de los actuales Broadwell y Skylake. Bajo esta premisa es muy factible que por primera vez en la historia la Ley de Moore no se cumpla.
Aunque para los usuarios parezca impercetible, la Ley de Moore ha tenido vastas implicaciones en nuestra vida diaria. La mas importante ha sido la posibilidad de reducir los dispositivos al punto en que hoy podemos usar sistemas en extremo complejos embebidos en factores de forma muy pequeños como relojes y smartphones extremadamente delgados.
Para los productores de chips, el enfoque necesariamente ha tenido que cambiar de la necesidad de mayor velocidad de procesamiento, al menor consumo de batería, que es la principal restricción actual. En términos prácticos esto quiere decir que los usuarios estamos tranquilos con la capacidad de nuestros dispositivos, y que necesitamos que los mismos usen la energia que requieren de una manera mucho mas eficiente.
