Los desarrollos tecnológicos no se detienen. Desde que Gordon Moore evidenció que la cantidad de transistores en un chip se duplica cada 18 meses y su costo cae a la mitad – algo que se conoce hoy como la Ley de Moore – hace cerca de 30 años, hemos visto que la misma se aplica no sólo a transistores sino a diversos aspectos de nuestra vida tecnológica.
Muchas de las tecnologías que han marcado nuestra vida han pasado, rápidamente, a ser obsoletas por cuenta de nuevos avances tecnológicos. Y todo parece indicar que así como el WiFi desplazó la conexión por cable, ha llegado la hora de decirle adiós (claro que su muerte será lenta, más que la de los cassettes de betamax que Sony anunció esta semana, en Noviembre de 2015, que dejará de producir).
Una compañía llamada Velmenni informó esta semana que ha logrado producir, en ambientes reales y no de laboratorio, velocidades de transmisión de datos de 1Gbps – 100 veces la velocidad promedio del WiFi – utilizando una tecnología basada en luces LED a la que se le conoce como Li-Fi.
El Li-Fi es una tecnología que existe desde el 2011 y, por medio del encendido y apagado de los diodos a velocidades que están en el rango de los nano-segundos, se ha llegado a velocidades de hasta 224Gbps.
El Li-Fi tiene sus retos. A diferencia del WiFi, que puede traspasar objetos físicos, el Li-Fi tiene un rango menor de acción pues al estar basado en luz requiere de una línea visual específica para su funcionamiento, algo que obligará a repensar la manera en que se construyen las redes. Sin embargo, la promesa de velocidades como las que estamos viendo parece ser suficiente aliciente para que su adopción venga en aumento.